Unas bellas exposiciones, llenas de tiempo y sutileza, se exhiben en la Galería Casas Riegner hasta finales de la próxima semana. La uruguaya Ana Tiscornia y la argentina Liliana Porter muestran tanto trabajos a cuatro manos, como obras individuales.
Liliana Porter es una artista argentina que nació en Buenos Aires en 1941 y que ha revalorado el significado de los juguetes. Los super héroes de peluche se mueven dentro de su trabajo artístico con la misma irreverencia con la cual denuncia la crueldad de lo tierno. Liliana Porter ha sido una pionera en muchas de las características que maneja el arte moderno donde se busca una combinación ambigua de componentes, donde la pintura se mezcla con objeto y donde el espacio es una connotación conceptual de la obra de arte. En su trabajo la realidad tiene otras dimensiones y el sentido figurativo diminuto puede ser de un hombre a escala que lucha contra en el paso del tiempo y contra las adversidades en el espacio.
En su obra se ha visto siempre una la mezcla inusual: un sentido lúdico que está al borde de lo patético. Una contradicción que ha sabido coordinar con una perfección asombrosa. Ella maneja la realidad como una instalación, e interviene también la categoría del objeto – pintura. Sus obras son una puesta en escena, que nos involucran con el juego de la representación: todo puede ser tan irrelevante como colosal, porque se trata de una gramática redefinida por registros de múltiples lecturas poéticas. La ternura acaba siendo un fundamento irónico de cualquier realidad.
El Suicida, Liliana Porter/Ana Tirscornia, 2011
Por el contrario, Ana Tiscornia, trabaja una especie de dibujos que intentan demostrar la importancia de un dibujo sobre el espacio arquitectónico que une unas manchas libres de color, así el concepto de de lo racional se compromete con la pintura abstracta y libre. Otra vez, el tiempo y los espacios son protagonistas de alteraciones imaginarias. Ambas artistas viven y trabajan en Nueva York, ambas buscan un complemento en el trabajo. Aunque resulta siempre mucho más interesante la propuesta de Liliana Porter. Boceto considerando un muro de contención, Leyla Cárdenas, 2011 En la misma galería se presenta una joven colombiana, Leyla Cárdenas , cuyo trabajo guarda las mismas proporciones sutiles de un mundo arqueológico. Ella busca mostrarnos en fotos las huellas negras de una avenida 26 desvencijada por la corrupción. Intenta dejar que el registro de un rastro nos muestre la hecatombe de desmembramiento de las vías públicas de Bogotá. De cómo el tiempo es siempre una capa de deja el rastro de algo anterior. Mallas de cemento que muestran en un mapa el contenido desmembrado de una geografía olvidada entre el cemento roto, la arena perdida, la señalización comprometida con el olvidado ciudadano. Ella busca que la decadencia tenga salida entre las mil páginas de corrupción. La exposición y sus tres participantes hacen un buen escenario. Todas tienen algo en común. El espacio y el tiempo de una geografía humana.