El aborto y los medios

Jue, 13/10/2011 - 04:12
“Aleluya”, gritaba la gente en Twitter. “Un golpe de opinión, un triunfo de la masa crítica”, dijo Víctor Solano. “No pudieron meter al país y sus mujeres

“Aleluya”, gritaba la gente en Twitter. “Un golpe de opinión, un triunfo de la masa crítica”, dijo Víctor Solano. “No pudieron meter al país y sus mujeres en la caverna de sus paranoias retardatarias”, dijo Antonio Morales. “Perdieron los godos, el señor Ordóñez y aseguramos el Estado laico”, dijo Natalia Guerrero.

A eso, encímele las columnas de Cecilia Orozco, María Elvira Samper y Rodrigo Uprimny, entre muchos; los editoriales de El Tiempo y de El Espectador; la vehemencia de Camila Zuluaga y Yamid Palacio en La W; y los comentarios en Twitter de Daniel Samper, Héctor Abad y miles y miles de personajes indignados con el proyecto del Partido Conservador que buscaba prohibir, de todo, el aborto en Colombia.

El debate del aborto dice mucho de lo que son los medios en Colombia: una elite de liberales que no representa a la gente que elige a este tipo de congresistas retrógrados.

Lo que Armando Benedetti llamó un “pataleo de ahogado”, lo que parecía un proyecto anacrónico que ni en el país más mojigato del mundo podría pasar, se convirtió en una pelea de gallos: el mundo versus los congresistas conservadores. Así faltaran ocho debates, así el proyecto tuviera que pasar por la Corte Constitucional y así todo pareciera una discusión del siglo XVIII, la paranoia creció después de que La Silla Vacía dijo que, gracias al lobby del Procurador en el Congreso, el proyecto iba a pasar. Y ahí salieron las fieras con sus dientes templados: indignada, la opinión en Colombia se manifestó.

¿Nos sobreactuamos? Supongo que tocaba sobreactuarse: en este país, la posibilidad de que un absurdo proyecto como este pase es grande: así fue con la dosis mínima y así es con todo: Colombia suele retroceder. Pero más allá de la algarabía, el debate del aborto demostró que el liberalismo reina en las páginas de opinión de los medios masivos en Colombia. ¿Dónde estaban los periodistas y comentarista conservadores?

Si hay un grupo de congresistas que cree que considera a un feto un ser humano, si alguien pone el tema del aborto como un crimen sobre la mesa, es porque en el país hay gente que los apoya. Se supone que ellos representan a la gente que los eligió, por mayoría. Pero esa gente no se vio por ningún lado. El consenso, una vez más, reinó en las páginas de opinión de los medios más importantes del país. ¿Habrá una parcialidad liberal en los medios?

Puede ser. No por casualidad el ex presidente Uribe se quejaba de “la prensa cachaca”. Los periodistas más leídos del país –en su mayoría cachacos o en medios bogotanos– son gente cosmopolita, educada en el exterior o si no en la Universidad de los Andes. Pero hay otro país, ese que elige a los congresistas: un país que vive en una realidad donde la Iglesia tiene mucho más poder de lo que tiene en el norte de Bogotá; un país conservador que, tal vez, cree que el aborto va en contra de la ley divina que debe regir a este país.

Ahora dicen que los conservadores quieren llevar el tema a un referendo, como se ha hecho en varios países donde finalmente el aborto se ha legalizado, al menos en parte. Y eso, sin duda, va a estar interesante: si el pueblo colombiano es capaz de elegir a un congresista como Juan Manuel Corzo, ¿será capaz de prohibir otra vez el aborto?

Los periodistas bogotanos vemos el mundo desde una arbitrariedad: les decimos a las adolescentes en Cartagena que la maternidad temprana es un problema. Pero ¿temprana para quién? Ellas no le ven inconveniente a ser madres a los 15 años: es parte de su cultura y así crecieron. ¿Y se supone que la prensa les va a cambiar esa forma de ver las cosas? Es como decirle a Diomedes Díaz –o a cualquier costeño de aquellos– que tener más de 20 hijos con varias mujeres no es muy buena idea. Los periodistas rolos subestiman la forma de pensar de sus lectores: creen que todos son –o deberían ser– liberales y cosmopolitas como ellos. Pero no.

Y por eso, porque una cosa es la prensa y otra la gente, me late que un tema como el aborto –que toca el corazón católico del electorado– puede demostrar que, sí, los congresistas oyen a los periodistas. Pero ¿será que la gente también los oye?

Yo no sé si es que yo solo sigo periodistas liberales en Twitter. O si es que Twitter censura a los conservadores. En cualquier caso, parece que los liberales tienen las riendas del poder de la opinión en Colombia.

Y no solo eso: por otro lado, el debate demostró que el periodismo conservador en Colombia –así como el Partido– está en crisis. Ignoro si siempre lo ha estado, aunque no creo. En todo caso, hoy en Colombia no hay un Fox News o un News of the World. El Nuevo Siglo, que se lee muy poco, nunca dijo nada sobre el aborto y su editorial de hoy es sobre una eventual visita del Papa a Colombia en el 2013. El Colombiano, que se reduce a Medellín, dijo tímidamente que “defiende la vida”. Desconozco si los demás medios regionales apoyaron o no el proyecto. Pero ¿dónde diablos está la prensa de opinión que representa a la gente que vota por estos congresistas? Yamhure desaparecido, Londoño y Obdulio son como payasos, Pachito se perdió, Rafael Nieto no volvió a aparecer. Y las María Isabel Ruedas y los Mauricio Vargas son, en realidad, liberales de derecha, más que conservadores de pura cepa. ¿Entonces dónde están nuestros Glenn Becks?

No los hay. Y tal vez por eso el impacto de la prensa en este debate fue tan contundente. Siempre me he preguntado dónde está toda esa gente –ese 70 por ciento del país– que tanto apoya un gobierno de antisecular y derechista como el de Uribe, porque en el prensa que yo leo no se ve o se reduce a tres payasos que llaman la atención porque, precisamente, defienden lo indefendible.

La gente en Colombia está en sintonía con el moralismo de Enrique Gómez Hurtado. Por eso lo eligen. Y eso en la prensa no se nota.

El periodismo con opinión no tiene nada de malo: es preferible un periodista subjetivo que uno que se las da de objetivo. En el debate sobre el aborto, los periodistas de los medios bogotanos –es decir, los periodistas más leídos del país– demostraron que son, en su mayoría, liberales con una subjetividad clara. Y eso los diferencia del país que elige a los congresistas anacrónicos: ese país que, tal vez, ve en el aborto –así como en la eutanasia, la dosis mínima o el matrimonio gay– una amenaza en contra de sus valores católicos.

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