Aunque en estos tiempos de democratización cultural se considera una postura propia de personas “inteligentes y con mundo” respetar la diversidad de visiones del mundo, en nuestras prácticas cotidianas seguimos viviendo en los tiempos en los que Theodor Adorno nos hablaba de “Alta Cultura”, donde solo algunos modos de expresarse y vivir eran considerados más “valiosos”que otros.
Se vive a diario: adoramos horrorizarnos en redes sociales con los tenis de tacón, así los hayan sacado Chanel y Adidas y sean rescatados de la tendencia ghetto goth. Nos burlamos de J Balvin, a quien escuchamos en secreto porque preferimos afirmar que escuchamos a Bajofondo Tango Club.
Y por supuesto, muchos de los que se creen bastiones de elegancia y cultura peores que un Gore Vidal se espantan cuando alguien afirma que le gusta ver “Deslizando la Gloria” en vez de adorar a la maravillosa “El Gran Hotel Budapest”. Toda esa gente es una "grandísima ignorante". Y si ven fútbol o novelas, aún peor.
¿Por qué a pesar de ser tan “abiertos” tienden a ser aún tan esnobistas, cerrados y contradictorios? ¿Por qué catalogar lo masivo como “basura”? ¿Es decir que si me gusta escuchar a One Direction o a Daddy Yankee soy una “ignorante iletrada ñera”? ¿Quién prueba todo esto?
En el caso del reggaetón, atacan su sexismo y poca calidad. Como si no hubiese existido basura en los años 60 y 70. Como si otro artistas no hubiesen ostentado antes ni hubiesen creado letras sexistas (aún). Es la cultura y sociedad en su conjunto, no solo la música. Casi nadie ha podido argumentar algo sobre por qué gusta, se escucha y se baila. Si supieran tan solo que a los europeos que pretenden imitar les encanta la música "popular" y la consideran más interesante que nuestra pobre imitación hipster de lo suyo, se quedarían de piedra.
Es una posición ingenua seguir creyendo que la educación o inteligencia de una persona se miden a través de sus gustos y prácticas culturales. Como si la frivolidad “alienase” a las personas y las forzase a escoger no argumentar o tomar decisiones vitales. Como si ver “La Red” o el clásico Santa Fe- Millonarios, impidiesen a algunas personas disfrutar de la obra de Tolkien o de “Dr. Who”. Y si no pueden disfrutar de eso, ¿cómo pueden probar que tienen un CI menor? ¿No sería mejor medir la calidad de la educación que hay entre distintas clases sociales? ¿Ver qué se ha hecho para mostrarles otras cosas?
Insultar a alguien que escucha a Romeo Santos no cambiará nada. No como los policías culturales quieren, eso es una posición ingenua y mamerta. La gente no “despierta” cuando deja de ver novelas (es la economía, estúpido, decía George Bush), porque al fin y al cabo, el entretenimiento seguirá. Y por eso la gente tiene derecho a ver y a hacer lo que quiera. Y a ser respetada por lo que piensa a través de lo que pueda demostrar.