La vida de Porfirio Ramírez Aldana no ha sido fácil; de hecho, su silla de ruedas lo ha condenado para siempre a una vida sin libertades, sin independencia y cruel. Y con esa misma crudeza, chocante casi siempre, el director Alejandro Landes nos trae Porfirio, una cinta que nos muestra cómo vive el famoso “aeropirata”.
De belleza nada. La película arremete desde el inicio contra el espectador como si quisiera hacerlo sentir culpable por la miseria en que vive el personaje: una casa sin ventanas, con la puerta abierta y sin privacidad alguna. Un lugar donde Porfirio tendrá que sortear el ir y venir de su cuerpo (léase desde necesidades fisiológicas llamadas “popó” por quienes son incapaces de pronunciar su verdadero nombre, hasta algo tan íntimo como el sexo y la ducha diaria)… a eso: sumarle un estado de ánimo que en la mayoría de los casos llega a los niveles más bajos posibles. En un tono semidocumental (de denuncia), y actuada por el verdadero Porfirio Ramírez Aldana, su hijo y su actual novia, el hombre que está en silla de ruedas y vende minutos en un pequeño pueblo de Florencia (Caquetá) nos obliga a vivir y ver la vida como él: sin tonos medios. Y en ese mismo sentido la aprecia el público, por eso no es de extrañar que a los primeros veinte minutos algunos deserten de la sala; quienes así lo hicieron no deberían sentirse culpables: con Porfirio o te quedas hasta el final o escapas, su rudeza casi violenta no da para más. Eso sí: quienes se quedan seguro disfrutarán un desenlace maravilloso y sutil que se va por las ramas de una historia cruel para decirnos que siempre es posible seguir viviendo. Sí, Porfirio es una de esas maravillosas películas a las que sólo el tiempo y los festivales les dan su verdadera recompensa, por eso no es de extrañar que haya pasado con elogios por Cannes, India, San Sebastián, Toronto, Ámsterdam y ahora Cartagena. Ojalá la taquilla la vea igual porque sin duda es parte fundamental de ese nuevo y buen cine que estamos haciendo en este país. Para finalizar, una duda que va más allá de la película misma: ¿hasta dónde, en un país con un pasado tan difícil como Colombia, es positivo que el cine retrate de forma tan heroica a alguien que fue capaz de secuestrar un avión y poner en riesgo la vida de una veintena de pasajeros, la de su hijo y la propia? Debemos recordar que Porfirio está en silla de ruedas luego de que, por error, un policía disparará contra él y que secuestró un avión para llamar la atención del Estado que se negaba a pagarle una indemnización. Porfirio pagó ocho años de cárcel y aún no ha recibido el dinero. www.twitter.com/jadinsamit Haga clic para ver el tráiler de Porfirio. Sobre el autor: “siempre he pensado que la vida es como una película: cada persona tiene su papel y cada canción nos recuerda algo (¿o a alguien?). Eterno aprendiz y crítico audiovisual, enseña la cátedra América Latina a través del cine y en los tiempos libres es Comunicador social”. Anteriores publicaciones: Batman y la genialidad de Nolan: ¡un cierre épico! Perfección/dudas. Prometheus y las preguntas sin respuestas Blancanieves y la paz de los hermanos Grimm The Avengers: tras la conquista de los nuevos frikis del comic Meryl Streep y el Oscar:una historia muy singular Los juegos del hambre, la valentía, la determinación y la melancolía Hugo Cabret y la magia del cine dentro del cine Porfirio: entre la mitificación del villano y la reparación de la víctima La chica con el dragón tatuado, estética de la violencia De La cara oculta y otros demonios del cine colombianoPorfirio: entre la mitificación del villano y la reparación de la víctima
Mar, 06/03/2012 - 11:46