La madurez es una cosa berraca. Arrugas, estrés, obligaciones, serenidad, pero sobre todo, una perspectiva muy parecida a la que le criticábamos a nuestras mamás. “Cuando seas grande me entenderás, Susana del Socorro”, me decía mi digna madre. Y yo, a los 16, me revolcaba en odio y le subía el volumen a Creep de Radiohead. Hoy, como comercial de Avena Quaker digo, “tenías razón mamá”.
Aquí un conteo de la 10 cosas en las que hoy creo:
1. Un grano en la frente no es el fin del mundo. Ahora las arrugas y las canas lo son. Pero atrás quedaron los dramas porque “amigaaaaa, me salió un grano hediondo en la frente justo para la fiesta de Memaaaa, quiero morirmeeeee”.
2. La de las ‘boybands’ no es la mejor música del mundo. Esos manes que cantan con pista y fueron escogidos en un casting no son músicos de verdad. Les pido de antemano disculpas a los Backstreet Boys y a Westlife, que hicieron tanto por mí en la adolescencia romántica y sombría que padecí.
3. La paja rusa no es un material de construcción utilizado por Stalin para abaratar costos, sino un divertido juego que puedo jugar con mis 36C.
4. El problema de las fiestas y de los paseos no es que no me vayan a dejar ir. Ahora el problema es que yo quiera ir. Es que ya no estoy para bacanales de tres días seguidos, el guayabo pega durísimo y no quiero estar vuelta una picha al día siguiente para ir a trabajar.
5. La plata ahora no es para comprar zapatos, pantalones y rumba; sino para pagar luz, agua, teléfono y EPS. Las cosas de vivir sola.
6. No quiero darlo a diestra y siniestra. Si hoy me echo a un man es porque me va a ofrecer sexo delicioso y seguro. Y mejor si al otro día me puedo arrunchar. Los perros cochinos y malos fueron desterrados de mi abanico de posibilidades.
7. Quiero a mis papás. Ya no les huyo por que “qué oso que me vean en el centro comercial con ellos”; sino que ahora el plan de almuerzo sabatino familiar es parte de mi rutina y lo espero toda la semana.
8. Qué mamera meterme en el bar de moda porque usualmente está a reventar, no me voy a poder ni mover, y detesto hacer fila para entrar. Deli el plan casa.
9. Si quiero bajar la pancita que me dejaron las vacaciones, debo hacer una dieta rigurosa durante, por lo menos, una semana. Ya no logro bajar un kilo con correr tres metros y dejar las harinas por dos días. Ya no tengo 16.
10. El “llama y cuelga” con canción dedicada de Vilma Palma e Vampiros no es una estrategia romántica. Además ya nadie llama a teléfonos fijos, y menos anónimamente. Maldito sapo el que se inventó los identificadores de llamadas.
No sé si la serenidad de la que hablaba inicialmente es en realidad aburrimiento. Pero así me agarraron estos ventitantos. Mejor digamos que esta situación actual es simplemente la “sabiduría que viene con los años”. Gracias mamá.
Les tenemos un plus: hoy creemos que el placer se encuentra en artefactos de no más de 15 centímetros de largo y cuatro de diámetro; de colores divertidos, que no se quejan y están siempre dispuestos. Gracias Rodolfo. Así ambientamos la cacareada sorpresa. Tarantantaaaaan… (coming soon, como Robin Hood).
Tomado de la página de Susana y Elvira
@susanayelvira
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Vie, 16/08/2013 - 01:05
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