Bachiller aplicado que se respete sabe que palíndromos o capicúas son aquellas palabras o números que pueden ser igualmente leídos tanto de izquierda a derecha como de derecha a izquierda. Tal es el caso, por ejemplo, de vocablos como: anilina, reconocer, arenera, sometemos. Y si usted me pregunta por un número capicúo, se lo tengo. Me lo sé de absoluta memoria: el 12.321. Y asómbrese: este número es resultado de multiplicar 111 por 111, cifras que también son capicúas, porque hijo de tigre sale pintado, ¡carajo!
Como todos sabemos –usted, yo, mi perro y su gato- existen también las frases palíndromas. En nuestro país, cualquier bachiller, incluso los egresados de colegios privados -sean o no bilingües-, saben de memoria las siguientes frases palíndromas: Luz azul - Anita lava la tina - Adán no cede con nada - Dábale arroz a la zorra el abad - La ruta nos aportó otro paso natural.
Pero el hecho de que los bachilleres colombianos conozcan bien algunos aspectos de los palíndromos, no puede llevarnos a concluir que la educación básica en Colombia marche bien. ¡No señor! Para la muestra un botón: un estudio realizado hace poco por la Academia de la Lengua y la Garganta demostró que muy pocos jóvenes saben que en Colombia hay municipios con nombres capicúos. ¡Qué pobreza!
El desconocimiento de la realidad del país por parte de nuestros estudiantes es realmente preocupante. Y lo más graves es que conocen más del extranjero que de la misma Colombia: mientras el 97% de los estudiantes saben que los nombres de las poblaciones estadounidenses de Okonoko y Wassamassaw son capicúos, tan solo el 0.3 % de los bachilleres sabe que en Colombia hay municipios cuyos nombres tienen sabor a palíndromos. ¡Qué tristeza!
Creo que es urgente subsanar este vacío en el conocimiento de la juventud. Es estratégico que los bachilleres sepan la riqueza que se esconde en los nombres de los municipios de nuestra amada Colombia, ya que su riqueza natural y del subsuelo, jamás les pertenecerá. Pienso que entre usted y yo, amigo lector, podemos hacer una gran campaña nacional para ilustrar a los muchachos sobre este tema. ¡Qué felicidad!
Le propongo que hagamos equipo en esta patriótica labor y que trabajemos mancomunadamente. Para el efecto, sería conveniente que usted se capacitara en el tema y llegara a dominarlo hasta volverse un duro. Si usted me lo permite, con gusto yo le puedo ayudar. Venga conmigo, leamos de la mano esta Cartilla Básica de la Palindromía Municipal Colombiana, para que después usted y yo -juntos- salgamos a evangelizar a los chicos de todo el país sobre este tema capital.
El municipio rey de los palíndromos.
No lo olvide: el municipio capicúo por excelencia en nuestro país es la localidad opita bautizada con el nombre de Hobo. Si bien gráfica y ortográficamente no puede considerarse un término perfectamente palindrómico por el asunto de la H, sí lo es desde el punto de vista fonético, que en el fondo es lo que realmente importa. ¡Y punto! Y le agradezco que no me discuta. Y si lo vamos a discutir, entonces llevemos el tema a la mesa de negociación en Oslo, ¿no le parece?
El municipio palíndromo hermafrodita
Ahora metámosle sexo a esta vaina para que se ponga un poco divertida. ¿Conoce usted una palabra femenina que leída al revés se transforme en su correspondiente masculino? Me explico: ¿conoce usted una palabra hermafrodita, es decir, un término que reúna en sí mismo y al mismo tiempo los dos géneros, los dos sexos? ¡Estoy seguro de que no! Ni los bachilleres, ni mucho menos los universitarios la conocen. Pero no se preocupe. Es normal ignorar este tipo de cosas. Maravillas del lenguaje como esa son excepcionales: se da una entre cien millones de palabras, y solo cada tres o cuatro siglos.
En nuestra época esa mágica propiedad solo la posee un vocablo: el nombre del municipio huilense de Oporapa. Si usted se fija bien, Oporapa –un término claramente femenino- al ser leído al revés se convierte en Aparopo, su masculino. ¿No le parece a usted una “maravillería” esta palabra andrógena? ¿No cree usted que este nombre con tan raras cualidades es digno de que lo conozca hasta el último de nuestros bachilleres?
Los municipios bifrontes
Existe un tipo especial de palíndromos, los denominados bifrontes o semi-palíndromos, es decir, aquellos que leídos en uno y otro sentido no arrojan la misma palabra, sino dos distintas. ¿Sí me entendió? Tranquilo, no se preocupe que yo le vuelvo a explicar despacito y con plastilina. Por ejemplo: Adán, al ser leída al revés se transforma en nada. Adán y nada son dos palabras distintas; amar se transforma en rama, animal en lámina, oír en río, ratón en notar y zorra en arroz. Ahora que ya entendió déjeme hablarle del palíndromo bifronte más conocido en la lengua española. Sin lugar a dudas es el nombre de la ciudad de Roma, que al revés se convierte en amor. Bonito y romántico, ¿cierto?
Pero ocurre que Italia no es el único país que le ha puesto a sus localidades nombres semi-palíndromos. A mucho honor, Colombia es una potencia mundial en este campo. Permítame le muestro:
-Si se lee al revés el nombre del municipio nortesantandereano de Silos, se obtiene el apellido del gran cantante mexicano Javier Solís. ¿Cómo la ve?
-El nombre del municipio santandereano de Aratoca, al revés, puede ser leído como “acotará”, de acotar, poner coto, limitar, prohibir. Qué barraquera, ¿cierto?
-Nemocón, apelativo de un municipio de Cundinamarca, leído de derecha a izquierda es “no comen”, es decir, no digieren, no tragan, no engullen. Pero ahí no termina la vaina. A partir de allí usted puede construir la siguiente frase palíndroma: Las Nemocón no comen sal.
-Si no fuera porque “hamacas” se escribe con hache, Sácama (Casanare) sería ortográfica y fonéticamente palabra bifronte. (Y por favor, le ruego, no vaya a discutirme por la imperfección de este semi-palíndromo porque en Oslo no hay cabida para estos temas. Ya hablé con Humberto de la Calle. Mil gracias).
El municipio fraterno capicúa bifronte.
Un caso que merece destacarse dentro del grupo de los municipios bifrontes, es el de Araracuara (Amazonas). Su nombre leído de derecha a izquierda arroja una extraña y mágica expresión: Arauca rara. Que un municipio contenga en sus entrañas el nombre de un departamento distinto al que pertenece, es ejemplo de los lazos subterráneos de fraternidad que unen a nuestras entidades territoriales, que son los mismos lazos de amistad que nos unirán a usted y a mí, ahora que tenemos una meta en común: difundir entre los bachilleres colombianos la riqueza palindrómica de nuestros municipios. ¡Viva Colombia, carajo!
@dicksalazar