¿Quién es el guía espiritual de los militares?

Mar, 20/03/2012 - 16:00
Fue un encuentro con la muerte, cuando apenas tenía doce años, lo que llevó a Monseñor Fabio Suescún a decidirse por el camino sacerdotal. Estudiaba en el colegio

Fue un encuentro con la muerte, cuando apenas tenía doce años, lo que llevó a Monseñor Fabio Suescún a decidirse por el camino sacerdotal. Estudiaba en el colegio de La Salle, en Bogotá, y se preparaba para participar en un partido de microfútbol cuando en una de las salas se sorprendió con el velorio de uno de sus profesores.

El cuerpo inerme de un Lasallista al que había visto lleno de vida el día anterior, yacía ahora, con su sotana café, en un ataúd rodeado de coronas de flores.

La atmosfera de lluvia y frió de una tarde lúgubre contribuyó a que el impacto fuera mayor. Fue tan grande el susto y el asombro en el funeral, que el joven cerró sus ojos y comenzó a rezar con una fe que nunca había sentido. Pensó en la vida eterna y en el momento final de aquel hombre inerme que estaba frente a él.

Monseñor Suescún fue el encargado de dar cristiana sepultura a 9 militares asesinados el fin de semana en Arauca.

En ese instante, Suescún lo tiene claro, comprendió que era mortal. Apenas empezaba el bachillerato y decidió entregarle su vida a Dios.

No tiene antecedentes religiosos en su familia distintos al de ser descendiente de la hermana de aquel presbítero conocido como el sabio José Celestino Mutis, quien lideró la Expedición Botánica del Reino de Granada.

La decisión fue fulminante. Apenas concluyó ese año, acompañado por un amigo que había sido expulsado, Fabio Suescún se matriculó en el Seminario de Sibaté con la ayuda de un sacerdote del colegio. Cuatro años después obtuvo su título de bachiller en la misma institución cuyos vínculos con la Arquidiócesis de Bogotá le permitieron hacer el tránsito al Seminario Menor de la capital. Luego pasó al Seminario Mayor del Chicó, donde estudió filosofía y teología, especialización que concluyó con una maestría en la Universidad Gregoriana en Roma.

La cúpula militar consulta a Monseñor Suescún antes de ejecutar sus operaciones.

Un evento cambió el rumbo de su vida cuando era obispo de Pereira. En 2001, le informaron que el Papa Juan Pablo II lo había designado Obispo castrense, que equivale a ser el guía espiritual de las Fuerzas Militares de Colombia. El destino, sin buscarlo, lo acercaba a una forma de vida en la que se sentía cómodo. La vida castrense exige tanta disciplina y sacrificio como la religiosa.

A Suescún le tomó tiempo aprender los símbolos y las condecoraciones, barras, estrellas y soles. Su interacción con uniformados lo ha llevado a reconocer que la orientación religiosa de los soldados y policías es necesaria para fortalecer su fuerza espiritual, que decae por el permanente contacto con la muerte.

Muchas veces, cuando los bendice en las ceremonias de graduación en la escuela de oficiales y de suboficiales, en medio de los aplausos de los padres de familia, siente que está aplicando la extremaunción, que los despide para la muerte.

Monseñor Suescún lidera un grupo de más de 100 capellanes distribuidos en el territorio nacional.

Monseñor Suescún entiende las circunstancias del combate que obliga a empuñar las armas y disparar en defensa propia y de la patria, así el séptimo mandamiento rece: “No matarás”. Ve en los militares unos constructores de paz y no hombres de odio. Seres humanos que guardan un gran corazón bajo el camuflado. No son máquinas de guerra con alma de roca. Sufren y celebran con lágrimas las derrotas y los triunfos.

Suescún ha visto llorar a Comandantes de Unidades Militares ante la muerte de sus subalternos. Los cuadros de los entierros son dolorosos: mamás destrozadas, como las ocho mujeres de Ibagué, quienes desoladas, despidieron entre banderas e himnos sus hijos asesinados en Arauca.

Acompaña a los deudos y regresa a su casa de Bogotá a descansar. Sueña con mantener en alto la mística y la ética entre la alta jerarquía, pero también sueña con que en Colombia, así como el Ministerio de Guerra se convirtió en el Ministerio de la Defensa algún día, sea posible crear un ministerio para garantizar la Paz en Colombia.

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