Estados Unidos tiene más de 310 millones de habitantes. Se estima que hay entre 350 y 300 millones de armas en manos de civiles. Es decir, casi que en promedio cada ciudadano tendría una pistola, un rifle o una escopeta.
Hay familias en el país que acumulan material bélico. Hogares en Estados Unidos en los que en un clóset, bajo de la cama o en la alacena hay más de tres armas y decenas de municiones. Es como si familias en pueblos tranquilos estuvieran listas para la guerra.
El caso es que la carrera armamentística individual es perfectamente permitida por las leyes federales y estatales. Cuando se ha intentado imponer algún tipo de control, sale a relucir la Segunda Enmienda como el salvavidas para quienes aman el plomo.
Armarse: perfectamente legal
Desde finales del siglo XVIII hay una norma constitucional que permite a los ciudadanos estadounidenses adquirir y portar armas. “Una milicia bien regulada se vuelve necesaria para la seguridad de un Estado libre; el derecho de la población a mantener y portar armas no será infringido", consta en la Segunda Enmienda, una reforma promulgada en el marco de un proceso de independencia colonial, pero que hoy sigue vigente.
La frase es citada como caballo de batalla entre los defensores del libre comercio de mercancía bélica. Es un derecho garantizado a los ciudadanos para proteger a sus familias y a su comunidad. Cuando se ha intentado controlar o restringir el porte de armas en cualquier estado, la enmienda es citada textualmente frente a los tribunales, los cuales deciden finalmente ratificar el derecho a mantener milicias.
El presidente Barack Obama encomendó a su vicepresidente Joe Biden en análisis de medidas para el control de armas, en una propuesta que podría ser presentada en la primavera de 2013.
Intentar abolir o restringir la histórica enmienda es muchas veces impensable en la clase política del país norteamericano. Durante la campaña de 2012, el entonces candidato demócrata Barack Obama apenas mencionó la necesidad de plantear ciertas restricciones a la adquisición de armas de asalto por parte de civiles. Hace unos días, luego de la reciente masacre en Connecticut, de manera tímida y entre lágrimas el presidente Obama volvió a hablar de la necesidad de “tomar acciones significativas para impedir más tragedias como esta”. Y en su más reciente alocución, el mandatario habló de estar preparando nuevas medidas de control y reformas de salud mental, en un trabajo encomendado a su vicepresidente Joe Biden, quien hará la propuesta formal en 2013. Lo cierto es que plantear leyes suficientemente restrictivas podría incomodar a uno de los más grandes poderes que defiende la Segunda Enmienda.
La NRA, detrás de las armas
Los hilos sobre el debate de la libertad de comprar y portar armas en Estados Unidos son, en gran parte, movidos por la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés). Es una organización, que más allá de cuatro millones de afiliados, tiene influencia sobre decenas de millones en la opinión pública a quienes tiene enlistados en la cultura de defensa al derecho consagrado en la Segunda Enmienda.
La organización goza también de inmenso poder económico e influencia política. A la NRA se le considera uno de los lobby más fuertes en Washington. Muchos congresistas, no solo republicanos sino también demócratas, llegaron al Capitolio gracias sus aportes. También se sabe que durante periodos electorales, la NRA actúa contra los candidatos que pretendan llegar a legislar para restringir el porte de armas, ejerciendo en su contra campañas negativas. Su cabildeo en el Congreso ha sido capaz de hundir sin mayor dificultad los intentos por regularizar la cultura del comercio de armamento.
Hay al menos un arma en el 45% de los hogares estadounidenses. En manos de civiles hay unos 150 millones de rifles y 83 millones de escopetas.
Foto: AP
Cuando se presentan tragedias como la acontecida en Connecticut, los voceros de la Asociación convierten en estrategia el discurso con el que se les ataca. Dicen, por ejemplo, que si los maestros en la primaria de Newtown hubieran tenido armas en la escuela, habrían podido defender a los niños contra el asesino, y lo hubieran podido ultimar antes de que matara a más gente. Para la NRA los que matan son los individuos, no las armas, y éstas son indispensables para la seguridad de las comunidades. Bajo este argumento piden laxitud en las normas estatales, que son en últimas que las liberalizan, o por el contrario, intentan controlar el flujo de pistolas, rifles y municiones.
Valga decir que luego de la matanza en la escuela de Newtown, la NRA, tras varios días de silencio, emitió un comunicado lamentando el suceso y anunciado que está “preparada para ofrecer contribuciones significativas para ayudar a asegurarse de que esto nunca vuelva a suceder”.
El mercado de las armas
A pesar de la disposición bastante general de la Segunda Enmienda, los estados pueden asumir regulaciones entre estrictas y blandas para permitir a un mayor de edad la adquisición de un arma, con tal de no contravenir la norma constitucional.
Smartgunlaws.org recopila las legislaciones sobre el comercio y porte de armas en todas las jurisdicciones de la Unión Americana. En un ranking establece que los estados con leyes más estrictas son California, Nueva Jersey, Massachusetts, Connecticut y Hawái. Entre tanto, los territorios con las más débiles restricciones a la compra de armas son Dakota de Sur, Arizona, Misisipi, Vermont y Luisiana. En California, por ejemplo, las ventas de armas deben ser procesadas por distribuidores autorizados, con licencias actualizadas, y se prohíbe la venta de armas de asalto y de gran calibre. Los compradores deben pasar un examen escrito y las armas son vendidas como máximo una vez al mes a cada persona. En el caso de Arizona, no se exige revisión de antecedentes al comprador ni se restringe la venta de armas de asalto. No hay límite en el número de municiones que se pueden adquirir a la vez y no exigen licencia para su porte o tenencia.
En muchos estados el documento indispensable para adquirir armas es la licencia de conducción. No en todos se piden antecedentes criminales o de salud mental. Además en muchos territorios impera la compra y venta de armamento entre ciudadanos, una actividad que varias veces escapa al control de las autoridades. Otra modalidad para adquirir fácilmente alguno de estos elementos es por Internet. El sitio durysguns.comes en Arizona todo un supermercado de material bélico. Es posible encontrar rifles desde 150 dólares, pistolas por 42 dólares, revólveres de lujo desde 500 dólares y municiones con 17 dólares.
Según el seguimiento hecho por la firma Gallup sobre el porte de armas, el 47% de la población estadounidense acepta que tiene armas y las guarda en sus casas, y un 69% reconoció haber disparado alguna vez. También es cierto que cuando se presentan tragedias en las que se insinúan posibles restricciones a estos elementos su venta se dispara. En los últimos tres años, ante varias insinuaciones del Presidente para proponer limitaciones estrictas a la segunda enmienda, en promedio la compra de material bélico se han incrementado un 40% al año, según estudios independientes.
¿Por qué en Estados Unidos cualquier ciudadano puede tener un arma?
Jue, 20/12/2012 - 05:31
Estados Unidos tiene más de 310 millones de habitantes. Se estima que hay entre 350 y 300 millones de armas en manos de civiles. Es decir, casi que en promedio cada ciudadano tendría una pistola, un