Los hermanos Andrés y Nicolás Nannetti nacieron para mandar. Y así lo hacen en los quince cultivos de flores que tienen en la sabana de Bogotá y que conforman el grupo Flor América, uno de los que mayores exportadores de Colombia. Aunque son la cara visible del poderoso conglomerado, se visten con ropa deportiva y conservan el bajo perfil que Nicolás siempre mantuvo cuando competía en los concursos de equitación en el Country Club. Tienen acceso a todas las salas VIP de los aeropuertos y entran sin dificultades a Estados Unidos, porque tienen doble nacionalidad. Su familia tiene allí un apartamento en Fort Lauderdale, donde se quedan mientras juegan golf en varios campos de La Florida.
Y mientras pasean con comodidad en Miami, en Colombia tienen una deuda de 60.000 millones de pesos con el Estado. Incluso, sus 8.000 trabajadores han dejado de recibir su sueldo durante varios meses. De hecho, intentaron acogerse a la Ley 1116, conocida como la Ley de Quiebras, que establece el Régimen de Insolvencia Empresarial. Sin embargo, el propio Ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, fue quien se los impidió.
Los jóvenes Nannetti nacieron entre flores. Su papá, Mario Nannetti se vinculó al sector en 1974, cuando regresó a Colombia con un grado del Massachusets Institute of Technology (MIT), y una esposa estadounidense. Durante ocho años fue Presidente de Floramérica, el grupo empresarial que años después pasó a sus manos. Empezó su vida de empresario en 1982 con la adquisición al Grupo Santo Domingo del cultivo Flores Colombianas. Más tarde compró otros dos.
A finales de los años noventa, el negocio de las flores era tan promisorio en Colombia que la poderosa multinacional Dole decidió entrar. Con su experiencia en productos perecederos, le apostó en 1998 a las flores recién cortadas. En ellas aplicaron las mismas para conservar piñas, duraznos, bananos y lechugas empacadas para comercializarlas de forma masiva en supermercados. Con un buen músculo financiero, la multinacional se propuso dominar la fragmentada industria de las flores y hacerse a una buena tajada del mercado de flores cortadas. Estimaban una utilidad anual superior a los 200 millones, mucho mayor al margen de ganancia que producían las frutas o las verduras.
En 1998 Dole le apostó al negocio de flores cortadas y adquirió Floramérica, la que luego vendería diez años despúes al Grupo Nannetti.
Cuando Dole compró Floramérica, propiedad en ese entonces del argentino Samuel Liberman, la empresa era la mayor productora de flores a nivel nacional. Incluso, tenían cultivos en México y Ecuador, y centros de importación y distribución en Estados Unidos. Con esta consolidación, Dole se convirtió en una potencia en el reino de las flores, en un momento en el que Estados Unidos importaba 60% de las flores frescas, recién cortadas, que se vendían al detal en las floristerías. De ese 60%, Colombia proveía entre 64% y 66%.
Los hermanos Nannetti viajaron a estudiar a las mejores universidades de Estados Unidos después de terminar el bachillerato en el Colegio Nueva Granada. Andrés se gradúo de economía en M.I.T. y concluyó su especialización en Stanford. Trabajó los primeros años en compañías de inversión de Estados Unidos, mientras que Nicolás terminó también economía en Georgetown, y luego se vinculó a Kissinger McLarty Associates, una firma cofundada por Henry Kissinger. Pasó luego a Monitor Consulting, la reconocida firma de competitividad, fundada por Michael Porter, quien realizó estudios sobre la potencialidad del sector floricultor durante el gobierno de César Gaviria.
Para 2003, con un dólar cercano a los 3.000 pesos, todo era bonanza para los floricultores. Pero con la devaluación, las compañías acostumbradas a gastar sin mayor control, se vieron enfrentadas a procesos de racionalización de costos. La estrategia de comercialización de Dole se vino abajo por deficiencias en los empaques, sin prever que una cosa eran los bananos y las piñas, que tienen su propia envoltura, y otra muy diferente la delicadeza de una flor, que sufre mucho en su largo recorrido hasta el consumidor final en Estados Unidos. Pero también cometieron otros errores: descuidaron su fuerza ejecutiva, desperdiciaron la acumulación de experiencia, el conocimiento técnico del personal y desestimaron la importancia de los mercados de Europa y Asia.
Hoy el grupo Floramerica solo exporta 400 cajas diarias, un 10 por ciento de lo que exportaba hace cinco años bajo la administración Dole.
Aunque en 2005 el grupo Floramérica exportaba a diario más de cuatro mil cajas de flores, las cuentas no daban. En 2008, Dole decidió vender sus cultivos. En el escenario de crisis no abundaban los clientes. La audacia de los Nannetti superó cualquier expectativa y en una inesperada movida pagaron 150 millones de dólares por una distribuidora en Estados Unidos y catorce cultivos entre la sabana de Bogotá y Rionegro. Venían de perder 5,523 millones en los dos años anteriores, pero eso no los frenó para arriesgarse a realizar una inversión millonaria. Con la asesoría de firmas financieras que los hermanos Nannetti conocieron en su periplo laboral en Estados Unidos, consiguieron los recursos a través del fondo de inversión Sunflower Enterprises Group. Con sede en Nueva York, el grupo está especializado en el manejo del sector agropecuario, y les ofrecieron financiación por diez años.
Andrés, el mayor, de 34 años, se ocupó de la negociación con Flor América y de adquirir otros dos cultivos: Rosas de la Vega y Flores Cóndor. Nicolás, de 29 años, se ocupó de los procesos productivos de la empresa. Con la compra de Dole, los hermanos Nannetti se convirtieron de la noche a la mañana en unos exportadores, encargados de poner en el mercado exterior 9% de la producción nacional de flores, un negocio que superó a la multinacional Dole, el mayor productor y vendedor de fruta fresca y vegetales en el mundo, y que decidió vender después de diez años de operación.
Andrés Felipe Arias, exministro de Agricultura, entregó al Grupo Nannetti casi 10 mil millones de pesos en subsidios agrícolas y 72 mil millones en créditos preferenciales del Banco Agrario.
El grupo Nannetti recibió casi diez mil millones de pesos en subsidios agrícolas, y 72 mil millones en créditos preferenciales del Banco Agrario en 2009. Nicolás Nanetti, a la vez, realizó una donación de cinco millones de pesos a la campaña de Andrés Felipe Arias, a quién conoció en una comida que organizó Asocolflores en mayo de 2009. Aceptó, además, que le hizo un préstamo de 30 millones de pesos a la campaña, pero aclaró a la prensa que la deuda ya está saldada.
No había pasado un año de la compra de los Nannetti, cuando el grupo Flor América presentaba problemas estructurales, en el primer semestre de 2010. No eran capaces de poner las flores en Estados Unidos. Sus exportaciones bajaron 60%. Flor América solicitó una restructuración de sus créditos, que el gobierno aprobó sin reservas. Tranquilizaban a los proveedores con la expectativa de los giros autorizados por el Banco Agrario, sobre la base de un incentivo sanitario para flores y follajes creado por la Resolución 316 del 30 de julio de 2010, para preservar el empleo en el sector floricultor.
El Ministro Juan Camilo Restrepo indicó que demandará a los floricultores morosos, aunque la ausencia de garantías dificultará la recuperación de los dineros entregados.
Pero el giro no llegó. El ministro Juan Camilo Restrepo endureció los términos establecidos para otorgar el incentivo en octubre de 2010. Comunicó en público que el monto del estímulo se abonaría al Banco Agrario si el beneficiario se encuentra en mora de sus obligaciones crediticias. Restrepo advirtió que el Estado demandaría a los floricultores morosos, aunque la ausencia de garantías dificultara la posibilidad de recuperar el dinero.
Los Nannetti le deben más de 10.000 millones a sus proveedores de insumos agroquímicos, servicios laborales y material vegetal para los bouquets. Así, el abogado Guillermo Vélez y Alba representó en un pleito a los proveedores, pero no se ve claro ningún acuerdo en el horizonte. Los Nannetti tienen asegurado su principal activo: 400 hectáreas en la sabana de Bogotá, que están a nombre de un holding en Estados Unidos. Esa figura los libera de cualquier relación jurídica con las empresas en Colombia. Este año le ofrecieron al gobierno venderle el cultivo Santa Mónica, ubicado en Madrid, Cundinamarca, para cubrir la deuda con el Banco Agrario.
La apuesta de los Nannetti parece estar en el Régimen de Insolvencia Empresarial, para negociar con mayor facilidad sus deudas con el Estado y los trabajadores, a quienes no les pagan hace meses. Es probable que los proveedores, cansados de esperar, negocien a un menor valor sus deudas. Mientras tanto, Mario Nannetti, el patriarca del grupo, alimenta su amistad personal con el expresidente Álvaro Uribe, y cuando están en Bogotá se reúnen a cenar en Suba, donde son vecinos.
En diciembre pasado varios de los trabajadores del grupo Nannetti entraron en cese de actividades debido al retraso en los pagos de sus prestaciones sociales y salarios.
El crédito lo obtuvieron del Banco Agrario gracias a la “Línea exportador” que estableció en 2008 el ministro Andrés Felipe Arias para compensar los efectos de la revaluación. Los Nannetti, junto a otros floricultores, bananeros y camaroneros, accedieron al fondo de 200 millones de dólares que dispuso el gobierno. Ese crédito contaba con condiciones favorables con plazos hasta de siete años y tres de gracia, sin exigir garantías reales sobre la propiedad de la tierra sino un simple plan de exportaciones sobre el papel.