Desde los años setenta, cuando comenzó a transportarse cocaína de Colombia a Monterrey, México, los locales (llamados regiomontanos) oyen y bailan cumbia colombiana. Con el paso de las décadas la cumbia en Monterrey ha evolucionado, y hoy en día se ha reinventado a sí misma, como si fuera un ente autónomo.
Así como la música, la moda también cambió entre los denominados ‘cholombianos’, una tribu social que pertenece a los sectores más marginales de la ciudad, quienes escuchan este género musical. Su estilo se ha convertido en un híbrido único; bastardo, punk y tropical. Una mezcla de la moda que visten los cholos-chicanos de Los Ángeles, con una idea romántica y religiosa muy colombiana. Usan camisas hawaianas o de cuadros muy grandes, shorts marca Dickies y Converse que siempre combinan con la camisa.
A pesar de haber nacido en México, estos colombianos no han perdido el sabor ni el gusto de la tierra.
Se ponen gorras sobre el copete pero la dejan suelta sobre el pelo, sin cubrir la cabeza, para que se les vea el flequillo, la nuca rapada y las patillas. Estas gorras son aerografiadas o bordadas con sus nombres o apodos, el nombre de la novia, el barrio, una banda o la estación de radio que oyen. Así como los soldados de la violencia mexicana se ponen chapas colgando del cuello para ser identificados en caso de que los maten, los Cholombianos han adoptado la misma costumbre, pero ampliando los tamaños y adornando sus nombres con imágenes religiosas. Y como es propio del país del Sagrado Corazón, estos ‘cholombianos’ también llevan escapularios con imágenes religiosas como San Judas Tadeo, la Virgen de Guadalupe, la Santa Muerte y hasta se los ha visto exhibiendo a Pancho Villa. Inicialmente el tamaño de estos escapularios era el normal, hoy día son de 30 x 30 centímetros y los estampan en sus camisetas o en lo que se pongan.
Lo más interesante de la moda que estos Cholombianos han impuesto en Monterrey es el hecho de que se sientan tan orgullosos de sus raíces, lo que explica el uso de prendas tradicionales, con una mirada moderna.
Su estilo se ha convertido en un híbrido único; bastardo, punk y tropical.
Pero, aún más importante que la ropa son sus peinados. Entre más irregular y extravagante sea el corte, mayor será su aceptación frente al grupo social. Se trata de un corte que combina el corte hip-hopero de Estados Unidos, el del puertorriqueño reguetonero y el guerrero azteca. Se rapan la parte de atrás de la cabeza y se dejan una colita, como de rata. La parte superior de la cabeza la dejan corta y parada, como chuzos, y se dejan el capul como con una regla. Lo más importante del peinado son las patillas, que son muy largas y se las pegan a ambos lados de la cara, como lambidos por una vaca.
Mientras los regios mexicanos oyen narcocorridos y celebran a los narcos, nuestros ‘cholombianos’ oyen música cursi de amor, paz y amistad. Que viva Colombia.