Que la National Public Radio o alguna de las grandes cadenas radiales privadas estadounidenses se ganen un premio por la recreación del asesinato de John F. Kennedy 50 años después es algo perfectamente lógico. Pero que una emisora de una “banana republic” asuma ese tema tan estadounidense y lo desarrolle de forma tal que la haga merecedora de uno de los más reconocidos premios de la radio norteamericana, se sale de lo común.
La “banana republic” es Colombia, la emisora es La W y el premio es nada menos que The New York Festivals, la organización estadounidense que destaca lo mejor de la radio, el cine y la televisión internacional. La W recibió el premio, en categoría de plata, al mejor programa especial de noticias o documental. Y de hecho fue un documental que recorrió el tiempo y el espacio que rodearon el asesinato de Kennedy y que además ahondó en detalles que le dieron sabor y color a la historia.
El premio de The New York Festivals se suma a la lista, ya prácticamente agotada, de los premios que han recibido La W y Julio Sánchez Cristo, el cerebro de la operación, el director que acepta sin dudarlo la idea de abordar periodísticamente una historia que sucedió lejos en el tiempo y en el espacio y que logra un producto que se destaque internacionalmente.
Julio Sánchez Cristo creció escuchando “Hoy desde… mañana desde cualquier lugar del mundo”, la frase de su padre cuando Producciones JES transmitía especiales originados en diversas partes del mundo. Y esa frase que promulgaba un mudo amplio y sin fronteras caló dentro de su forma de mirar las cosas. Ese es precisamente uno de los principales rasgos de Sánchez Cristo. Julio rompió definitivamente el estilo provincial y localista de una buena parte del periodismo radial tradicional. Se permitió mirar hacia afuera, se atrevió a hacer entrevistas en otros idiomas y nos convenció de que lo que sucedía por fuera también era noticia.
Sus innovaciones en el ámbito de la radio comenzaron desde cuando los dueños de la radio decidieron que la FM dejara de ser exclusivamente musical para tener contenidos hablados e informativos. Julio Sánchez tuvo el reto de enfrentarse y competir con los grandes del periodismo radial de la AM. Debió entonces crear un estilo FM, favorecer la transición de lo musical a lo informativo y quedarse ahí. A la metralla de noticias y al estilo de locutor gritón que en su retahíla se quedaba sin aire, les enfrentó una voz reposada, un ritmo con pausas y momentos de relax con música, que a su vez era noticia. Creó un estilo refinado y elegante. También elitista, pero que con el tiempo ha ido popularizando porque la elegancia nos es exclusiva del estrato 6. Creó programas informativos sin las consabidas secciones, en los cuales se pasa suavemente del tema político intenso y tenso al comentario light.
Aunque no es un periodista de escuela, Julio Sánchez tiene aquel sentido que no enseñan en las universidades. Un sentido con el que se nace y luego se refina: El olfato periodístico. Si, como lo hace Sánchez, a ese olfato se le mezcla algo de lógica y de curiosidad, se habrá encontrado una fórmula de éxito. Así de simple. Julio Sánchez, simplemente, se hace preguntas sobre los hechos y las personas. Las mismas preguntas que puede hacerse el hombre de la calle. El periodista las formula y consigue las respuestas; su espectador queda sorprendido, agradecido e informado.
Paralelo al olfato rueda la originalidad. Sánchez Cristo es enemigo de lo obvio. No hace lo que se supone que debe hacer. Desentierra personajes, fabrica temas y los convierte en noticia. Que un medio informativo, hecho para dar noticias, se convierta en generador de noticias, es un hecho para aplaudir. Y La W lo hace con frecuencia.
Moderno, internacional, toreado en varias plazas, Julio Sánchez ha sabido poner de su lado uno de los aliados más importantes en el campo de la información desde finales del siglo pasado: La tecnología. Los satélites, los datos, la Internet están ahí para servirle, no como un fin, sino como una herramienta para poder contar mejor sus historias y para llegar más efectiva y directamente a su público.
Producto de su conocimiento de los medios internacionales y seguramente de su experiencia en la televisión, medio del cual se alimentó y respiró toda la vida, Sánchez Cristo es además de presentador, locutor, entrevistador, editorialista, un productor. Sabe que la radio, aunque es en directo y en muchas ocasiones repentista, no se hace sola. Todos los “hits” periodísticos de La W tienen detrás un intenso trabajo de producción, la cual incluye investigación, trabajo de campo, organización logística, comandado y coordinado por el mismo Julio.
Internacionalización, innovación, olfato, curiosidad, originalidad, estilo, tecnología y producción son los ingredientes que, acertadamente combinados, constituyen la receta Sánchez Cristo del éxito. Una fórmula que, ya está demostrado, funciona en todos los países, todas las culturas y todos los idiomas. Por eso hay que aplaudir pero no sorprenderse por el reciente premio ni por aquellos que vendrán: “Hoy desde los New York Festivals… mañana desde cualquier otro lugar del mundo”.
Sus innovaciones en el ámbito de la radio comenzaron desde cuando los dueños de la radio decidieron que la FM dejara de ser exclusivamente musical para tener contenidos hablados e informativos. Julio Sánchez tuvo el reto de enfrentarse y competir con los grandes del periodismo radial de la AM. Debió entonces crear un estilo FM, favorecer la transición de lo musical a lo informativo y quedarse ahí. A la metralla de noticias y al estilo de locutor gritón que en su retahíla se quedaba sin aire, les enfrentó una voz reposada, un ritmo con pausas y momentos de relax con música, que a su vez era noticia. Creó un estilo refinado y elegante. También elitista, pero que con el tiempo ha ido popularizando porque la elegancia nos es exclusiva del estrato 6. Creó programas informativos sin las consabidas secciones, en los cuales se pasa suavemente del tema político intenso y tenso al comentario light.
Aunque no es un periodista de escuela, Julio Sánchez tiene aquel sentido que no enseñan en las universidades. Un sentido con el que se nace y luego se refina: El olfato periodístico. Si, como lo hace Sánchez, a ese olfato se le mezcla algo de lógica y de curiosidad, se habrá encontrado una fórmula de éxito. Así de simple. Julio Sánchez, simplemente, se hace preguntas sobre los hechos y las personas. Las mismas preguntas que puede hacerse el hombre de la calle. El periodista las formula y consigue las respuestas; su espectador queda sorprendido, agradecido e informado.
Paralelo al olfato rueda la originalidad. Sánchez Cristo es enemigo de lo obvio. No hace lo que se supone que debe hacer. Desentierra personajes, fabrica temas y los convierte en noticia. Que un medio informativo, hecho para dar noticias, se convierta en generador de noticias, es un hecho para aplaudir. Y La W lo hace con frecuencia.
Moderno, internacional, toreado en varias plazas, Julio Sánchez ha sabido poner de su lado uno de los aliados más importantes en el campo de la información desde finales del siglo pasado: La tecnología. Los satélites, los datos, la Internet están ahí para servirle, no como un fin, sino como una herramienta para poder contar mejor sus historias y para llegar más efectiva y directamente a su público.
Producto de su conocimiento de los medios internacionales y seguramente de su experiencia en la televisión, medio del cual se alimentó y respiró toda la vida, Sánchez Cristo es además de presentador, locutor, entrevistador, editorialista, un productor. Sabe que la radio, aunque es en directo y en muchas ocasiones repentista, no se hace sola. Todos los “hits” periodísticos de La W tienen detrás un intenso trabajo de producción, la cual incluye investigación, trabajo de campo, organización logística, comandado y coordinado por el mismo Julio.
Internacionalización, innovación, olfato, curiosidad, originalidad, estilo, tecnología y producción son los ingredientes que, acertadamente combinados, constituyen la receta Sánchez Cristo del éxito. Una fórmula que, ya está demostrado, funciona en todos los países, todas las culturas y todos los idiomas. Por eso hay que aplaudir pero no sorprenderse por el reciente premio ni por aquellos que vendrán: “Hoy desde los New York Festivals… mañana desde cualquier otro lugar del mundo”.
