Las aficiones más extrañas del mundo

Dom, 25/09/2011 - 07:27
1.000 senos entre sus manos
Sam Nickel, un ruso de 27 años, puede ser el hombre que más senos ha tocado. Ha teni

1.000 senos entre sus manos

Sam Nickel, un ruso de 27 años, puede ser el hombre que más senos ha tocado. Ha tenido en sus manos senos grandes, muy grandes, pequeños y diminutos. De mujeres altas, bajas, rubias, pelirrojas y pelinegras. Recibió cachetadas, insultos, sonrisas y piropos, pero la mayoría solo se quedaban petrificadas ante la indiscreción del desconocido que las abordaba en la calle. Más de 7 mil se negaron, pero logró, con coqueteos, convencer a 1.000.

Nickel es seguidor del presidente Ruso Vladimir Putin, y la intención de tocar los pechos de mujeres desconocidas, en su mayoría atractivas, era darle la mano al político para pasarle la energía de todos los senos que lo apoyaban. Al final pudo cumplir su deseo. Putin lo saludó rápidamente sin darse cuenta de que el muchacho era uno de los más envidiados por los hombres en el mundo.

El coleccionista de saliva

Haciéndose pasar por un científico, Toshihiko Mizuno, un japonés de 55 caminaba por las calles de Tokio con varios frascos en una maleta. Cuando veía alguna mujer atractiva, se le acercaba, ponía rostro de seriedad y le pedía una muestra de saliva para un supuesto experimento. Cuando la mujer accedía, el japonés grababa en video el proceso. Luego le pedía que mostraran la cavidad bucal.

Durante 17 años se dedicó a pedir saliva en las calles. Muchas lo miraban con repugnancia, pero alcanzó a recoger muestras de más de 500 damas de todas las edades.

La mujer de los 5.000 jabones

En 1991, Carol Vaughn, de 65 años, empezó a coleccionar jabones para llenar el vació que le dejó la muerte de su madre. Tiene más de 5.000 piezas originales, ningún diseño es repetido. Entre sus gustos hay uno con forma de pastel que podría confundirse con uno real, una cabeza de Papá Noel y algunos de formas extrañas que compró en sus viajes a Australia y Marruecos.

La joven despechada que empezó a comer jabón

Su novio se marchó y ella se consumió en el jabón. Parece que este producto, aparte de limpiar el cuerpo, también limpia el corazón. O se colecciona, o se come. Tempestt Henderson, de 19 años, cuando estaba despechada, lloraba mientras comía jabón. Si se cansaba de las barras, consumía detergente. La joven, residente en Florida, Estados Unidos, sabe que se está haciendo daño. Después de seis meses de comer hasta cinco barras a la semana, esta estudiante de enfermería acudió al médico, que le diagnosticó un trastorno alimenticio que puede llevarla a la muerte.

La viuda que se comió las cenizas de su esposo

Cassie Ferdman, de 26 años, cada vez que se echa un puñado de ceniza en la boca recuerda a su marido. El polvo de la muerte le sabe a arena y huevos podridos, según ella. Estuvo casada durante tres años y quiere conservar a su marido así sea en su propio cuerpo. Esta viuda norteamericana lleva la ceniza a las tiendas, cines y restaurantes, ha comido 0.45 kg del total de la ceniza.

Las pelusas del ombligo

Algunos hombres, generalmente obesos, cuando están sentados frente al televisor, meten los dedos en la hendidura del ombligo y sacan las pelusas para luego botarlas. Graham Barker, un bibliotecario australiano, aprovechó la manía para entrar al libro de los Records Guiness, él es el coleccionista más grande de pelusas de ombligo. Empezó en 1984 a guardar en frascos transparentes los residuos de su estómago. Tienen diferentes colores dependiendo de la ropa que tenía puesta en el momento de la extracción. Ha acumulado 22 gramos de pelusa.

El arte de las tapas de inodoro

Barney Smith, del estado de Texas, encontró su afición en los baños, específicamente en las tapas de los inodoros. Tiene una colección de 700 tapas y en todas ellas ha hecho obras de arte como hojas de árboles, balones y guitarras, animales y grupos étnicos. Inició hace treinta años, y ahora el museo de las tapas de baño, ubicado en el garaje de Smith, es visitado por estudiantes y artistas.

Registro diario de las fotos

Todo comenzó cuando Jonathan Keller, un norteamericano de 34 años, compró una cámara fotográfica hace doce años. Su novia le recriminaba por el costo del aparato y le decía: “¿Es que la vas a usar todos los días?” ante la cantaleta de la novia, comenzó su registro diario de imágenes. “Quería examinar los cambios sutiles y no tan sutiles que uno experimenta a diario” asegura Keller que nunca quiere abandonar el proyecto. Tiene una colección de más de 3.900 fotos en las que aparece de múltiples formas: Con el cabello largo, corto, con barba y afeitado, deprimido y feliz. Siempre espera verse feliz.

Obsesionada con el color rosa

Los muebles, alfombras, paredes y hasta el perro son color rosa. Su casa es una amalgama de rosas de todas las tonalidades. El french poodle que le ladra es una bola peluda rosada. Kitten Kay Sera tiene 46 años, es californiana y trabaja como actriz. Su vida no ha sido tan rosa cuando es criticada por los amantes que han llegado a su vida, y que ella abandona por no compartir la afición por el color. Según Kitten, el rosado la hace sentir “hermosa y lujuriosa”.

52 cirugías en el cuerpo

Es la Barbie viviente. Tiene 55 años y 52 cirugías. Transformó por completo su rostro, sólo el color de sus ojos conservan el recuerdo de lo que era. Con ella se podría hacer un catálogo estético: se ha sometido a cirugía de nariz, liftings, levantamiento de párpados, arreglo en los pómulos, botox, reducción de mandíbula, implantes de pecho, peelings, liposucción en la cintura, abdomen, muslos y hasta en las rodillas. Para cambiar su imagen invirtió el dinero que le legó como herencia su padre: 100.000 dólares.

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