La búsqueda de una vida mejor empujó al joven Yuan a abandonar su ciudad natal para mudarse a Pekín, donde alquiló uno de los sótanos que componen la red subterránea de la capital china. Así es como pasó a formar parte de la "tribu rata", los emigrantes que viven en el subsuelo por un alquiler a bajo precio.
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"Se busca inquilino para un sótano de 8 metros cuadrados en el distrito de Dongcheng. Sin baño ni salón. Precio 700 yuanes (320 mil pesos colombianos) por mes", reza un anuncio en "58 tong cheng", una web china para buscar alojamiento.
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El precio del alquiler varía dependiendo del espacio pero también, por ejemplo, de la cercanía en la que la casa se encuentra del metro.
Si bien es ilegal, muchos ciudadanos eligen vivir en estas condiciones para evitar un viaje largo a su lugar de trabajo, incluso si las condiciones higiénicas en estas residencias son pobres y con instalaciones comunes compartidas.
Yuan es uno de los emigrantes chinos que viven debajo del suelo y a los que los medios chinos han bautizado como la "tribu rata", personas que viven en el subsuelo en una red de sótanos y antiguos refugios antiaéreos en la capital china.
Se trata de trabajadores emigrantes que no pueden permitirse una vivienda básica y que, sin el permiso de residencia oficial conocido como "hukou", no tienen acceso a las viviendas sociales que ofrece el Gobierno chino ni a los mismos derechos que disfrutan los pequineses, como la sanidad o la educación.
El "hukou" es un registro civil introducido por Mao Zedong en la década de 1950 para impedir la avalancha de emigrantes en las ciudades y que divide a la población en ciudadanos urbanos y rurales, por los que estos últimos pierden sus derechos al trasladarse a la ciudad.
Así es el ingreso a uno de los conjuntos de residencias subterráneas, de la llamada "tribu rata".
La historia de Yuan, cuyo nombre real prefiere mantener en el anonimato, comenzó en 2011, cuando decidió mudarse desde la provincia de Lianoning (noreste) a la capital china para conseguir un buen trabajo y ahorrar dinero.
Este chico de 23 años trabajó durante dos años en un fábrica en la periferia de Pekín, hasta que en 2013 encontró otro empleo en el centro de la ciudad en una compañía de comercio electrónico.
"El alquiler en el centro era caro, así que opté por vivir en un sótano cerca de mi compañía que me costaba 300 yuanes (140 mil pesos) al mes", relató Yuan, quien aclaró que mantenía muy buena relación con sus vecinos y estaba muy cómodo en este entorno.