‘La Tele’ en tablas, veinte años después

Vie, 21/06/2013 - 01:01


Martín de Francisco y Santiago Moure regresan con el programa que los lanzó, si no a la fama, sí a un reconocimiento público. Esta vez 'La Tele' no se hará en televisión o radio, ni en
Martín de Francisco y Santiago Moure regresan con el programa que los lanzó, si no a la fama, sí a un reconocimiento público. Esta vez 'La Tele' no se hará en televisión o radio, ni en formato de dibujos animados. Se hará en teatro. Un número que juega con el psicoanálisis, las vivencias humanas, los arrepentimientos y frustraciones de este par de periodistas improvisados que hicieron de la “chibchombianidad” un referente generacional. En su trabajo como sociedad creativa han pasado del humor infantil y fácil al político, a uno más elaborado y quizás, universal. Esa es la idea que en agosto llevarán a las tablas en Gaira, el bar de Carlos Vives, que ha sido clave en su trabajo.
La cita para la entrevista fue en una casa estudio en Chapinero Alto, donde funcionan agencias de publicidad y oficinas de arquitectura. En una sala amplia, adornada con un piano, que Santiago toca todos los días, y un par de sofás en el medio, cerca de la chimenea, conversamos toda una mañana junto con su relacionista pública, Adriana Suárez, y su productor. La primera impresión que tuve fue la constatación del paso del tiempo: el color del cabello de Martín era un gris blanquecido, sus ademanes desparpajados y rápidos daban la  impresión de vivir de afán. Contrario a la eterna modorra de la que hacía alarde en sus años mozos. Santiago, en cambio, estuvo más reposado, tranquilo. Un bogotano refinado que por azares de la vida terminó haciendo personajes pérfidos en las telenovelas colombianas. ‘La Tele’ después de veinte años continúa dando lora. No es la misma, sus temas y creadores tampoco. Son peores, o mejores, quizás algo más maduros y sensatos. Eso lo descubriremos en su puesta en escena que se llamará "Lunes de la Tele: con Moure & de Francisco".  De qué se trata la puesta en escena en Gaira Santiago: es un psicoanálisis en público donde afloran los más recónditos problemas de la pareja cómica,… sus miedos, sus culpas y la historia que constituye el dúo de Santiago y Martín. Es una Sit Down Tragedy, en el que nos respondemos porqué somos así como colombianos. ¿Podemos hablar de fechas…? (Interviene su productor ): Pues está el compromiso, ya tenemos horario y fecha. Está dicho todo. Es un compromiso verbal inamovible, con los patrocinadores, con la expectativa…. Cómo es la confluencia de dos personas tan diferentes como ustedes, un bogotano y un caleño. Martín: Santiago le gusta la burla con refinamiento. Tiene sensibilidad. Yo, caleño, soy más burlón en la forma de decir las cosas. En cómo las digo. Algo descarnado, campestre. Yo soy más tosco. Es una mezcla que funciona. ¿Va a participar Carlos Vives? Adriana Suárez: Carlos no está en la obra, se presentará ocasionalmente como lo hace normalmente en su establecimiento cualquier día, pero eso no lo sabe nadie, ni nosotros. Por qué escogieron el formato de teatro Santiago: Es que yo llegué al teatro por la música. Yo hacía la música de ciertas obras. Algún día remplacé a un actor y ahí comencé. En alguna época hice la música de ‘La Tele’. Y con mi experiencia en la televisión, la cosa es por ese lado. Martín de Francisco, Kienyke  ‘La Tele’ cumple veinte años. ¿Cuál es el secreto para mantener la sociedad de De Francisco y Moure? Martín: El secreto es que casi no nos vemos.  No hemos trabajado continuamente desde hace unos diez años, por lo que no hay un desgaste, que incluso lo tuvimos después de hacer las dos ‘Teles’. Luego nos veíamos eventualmente. Hemos vuelto  a trabajar juntos y ha funcionado muy bien. Santiago: Sí. En los primeros años permeaba la relación personal con el trabajo, fuimos amigos de rumba y todo esto. Quizás por eso nos alejamos un tiempo. ¿Cómo nació La Tele? Martín: Carlos Vives quería hacer un programa, una reunión de amigos. Él propuso que habláramos de deportes, de fútbol, que se hicieran reportajes urbanos. Nos reunió un día en la casa de él, donde hoy es Gaira y nos contó la idea. Allí conocí a Santiago. Desde el inicio me entendí con él, hubo buena empatía, y con Rafa Noguera que era el director. Santiago: Aunque ‘La Tele’ nunca tuvo un despegue real. En ‘El Siguiente Programa’, con Cenpro TV, se hizo algo mejor. Con la ayuda de Rafa Noguera, que fue como el quinto Beatle, el tercer tolimense. La sociedad de Francisco & Moure surgió más como una buena relación de trabajo que como una amistad Martín: Nos fuimos haciendo amigos en el camino. Como le decía, hubo mucha empatía para trabajar libretos y algunos guiones de pequeñas telenovelas, que eran antinovelas. Al comienzo, cada uno se ocupaba de su informe. Luego escribíamos algunas situaciones pendejas. Santiago hacía temas de profesiones y urbanos. Lo mío era fútbol. Carlos me decía cuando nos conocimos que yo debería trabajar en esto, como periodista deportivo. Terminé haciéndole caso al tipo. ¿Cómo es ser irreverente a los veinte años, y hoy, a los cincuenta…? Santiago: En esencia somos los mismos pero más viejos. Más amargados. Más cansados. Más desilusionados. Menos fuertes. Somos peor. Martín: Uno no puede hacer lo mismo, porque las persona no son las mismas. No podemos salir con lo mismo. ¿Qué opinamos de nosotros mismos en cada una de las etapas de nuestra vida, de forma objetiva o al menos neutral?... No sé. Yo soy menos criticón hoy que antes. Bueno, siquiera Yo he cambiado la manera de ver las cosas. Yo, por ejemplo, estoy más reblandecido o a veces soy más vehemente con algunas cosas. ¿Qué cambió de ‘La Tele’ en televisión a ‘La Tele’ en radio? Santiago: Después de salir de Caracol en la primera etapa de ‘La Tele’ nos quedamos colgados de la brocha. Fue muy duro. Aceptamos porque no teníamos más qué hacer... Pero la radio es un medio perrata. Muy mediocre. Era una hora de grabación de cosas buenas, luego hicimos algo diferente a lo que planeamos en un comienzo. Ahí surgió la "chibchombianidad". Martín: Sí. Cuando 'La Tele' se transformó un poquito a mediados de los noventa. Comenzamos a burlarnos del excesivo alarde de patriotismo. Porque cuando uno hace alarde de algo es porque siente que le hace falta eso. Y nos burlábamos de eso mucho, luego de la televisión, parodias con un tono melodramático de situaciones absurdas... Santiago: el mejor ejemplo es el capítulo de la “iguazomanía”. Aquí si alguien se pone un sombrero vueltiao, lo miran mal, lo pordebajean. Pero si viene un tipo de Europa, como John Galiano, a él le queda bien. Y entonces Galiano se enloquece con la guachada de la gente y todo el mundo se volvió un “iguazo”. Así somos. Qué vaina. ¿Cómo vivieron el movimiento de la radio juvenil, cuando aparecieron programas de música, de burla, de humor en las emisoras de FM?   Santiago:  Tratábamos de hacer el libreto, con cosas atractivas, algo diferente a esa radio juvenil, aunque no éramos tan jóvenes. Fueron dos años largos de ‘La Tele’ en Radioactiva. Pero es que la radio juvenil se entendió acá como gritar y decir estupideces. Nosotros hacíamos y decíamos cosas diferentes, claro, con humor. Rotábamos grupos que no eran comerciales y que nos gustaban. Pero ese estilo burlón hizo metástasis en la radio. Fue imposible seguir haciéndolo. Santiago Moure, Kienyke Cómo se ve el país de la primera etapa a ‘La Tele’ de hoy. Santiago: Para mí Colombia siempre ha sido la misma. El país es el tópico de las desgracias. Desgracias que son un material inagotable. Curioso que ahora no haya nadie haciendo humor político. Martín: No se trata de decir “yo amo mi patria”. El concepto de tener que querer. Hay que mirar las cosas de otra forma, aquí le sigue dando importancia a ver si se equivocó Shakira o Fonseca cantando el himno nacional, pero hay cosas más importantes por hacer… como la solidaridad, fortalecer los lazos, cuando se une el país en torno a algo, en una tragedia. Un ejemplo fueron las tragedias del Palacio de Justicia y Armero. Martín: Sí, y una semana después el reinado se hizo sin ningún problema. Fue como un bálsamo, una excusa para  escapar de la realidad. Sirvió para distraer. La gente recuerda más las reinas que a los presidentes. Contrario a naciones más fuertes, uno no escucha “que orgulloso me siento de ser alemán”. Cuando inició ‘La Tele’ aparecieron programas de humor como La Luciérnaga, Zoociedad con Jaime Garzón. Una respuesta a la solemne colombianidad. Martín: Sí claro, pero no creo que haya sido pues una ruptura, sino una incomodidad. Cada quien le apostó a su manera de hacer humor y eso fue lo importante. ¿Cuál fue su apuesta? Martín: La burla, un humor medio infantil y fácil. Con las parodias en la primera etapa. Después en ‘El Siguiente Programa’ comenzamos a meternos con cosas más políticas y de interés nacional. Se jugaba con personajes que encarnaban la corrupción. También eran vivencias, sobre cómo estábamos parados en medio de toda esta situación. Qué papel jugábamos, pues siempre perdíamos. Pero sí se hizo más humor político en ‘El Siguiente Programa’ que en ‘La Tele’. Santiago: La idea era una quejadera de esa colombianidad. Nuestra intención fue sumarnos a la colombianidad con un sentido crítico. Con un humor más político, la farandulización de la vida nacional se veía reflejada en la política. Mockus, por ejemplo, hizo política para acercarse a la gente pero terminó siendo farandulizado. Ha sido una farandulización democrática… Santiago: Sí. Por ejemplo, los inventos de Yamit Amat con Viena Ruiz y sus piernas. O ‘La Cosa Política’ de Vicky Dávila, sirven para distraer. Para banalizar las cosas. Todo está al mismo nivel: las piernas de Viena Ruíz y los discursos del Procurador. Hablando del Procurador, ¿Qué personajes actuales serían el blanco de sus burlas e ironías? Martín: Pues los personajes sí cambian, pero en el país pasan las mismas cosas. Los mismos programas. Santiago: le apuntaríamos a la clase dirigente, que es la más peligrosa del continente. La mejor prueba es que ahí siguen gobernando. Les caería la censura encima. Santiago: Exacto. Estaríamos muertos. Como pasó con este… NP&, aunque a mi parecer se subió en el bus de “yo también fui censurado”. Pero la verdad yo no le veía nada censurable. Como era lo único que había. Pero no tenía el talante para ser censurable. A mí no me gustaba ‘Los Reencauchados’. Incluso hicieron unos de nosotros. La Tele, Martín de Francisco, Santiago Moure, Carlos Vives, Kienyke Pero ustedes, mal que bien, se mantuvieron. ¿Se vendieron a ese establecimiento del que se burlaban? Santiago: Sí. Nos vendimos. Digo, una forma de censurar es que el establecimiento no te calla pero no te permite hacer sino lo que él quiere. No es una decisión sino imposición. Por eso es que yo hago el mismo papel de malo como actor, ellos quieren que se haga la payasada que a ellos les conviene. Y si el estrato 1, 2 ó 3, lo aprueba… Entonces listo, viene Dago y sus películas, o nosotros. Pues el que quiere vivir dignamente se vende, en uno u otro nivel. ¿Qué humor político le falta al país? Santiago: El de Jaime Garzón. Quedan ‘La Luciérnaga’ o los nuevos de la radio. Pero es un humor comprometido. En cambio Jaime les disparaba a todos democráticamente. Pero como pisó callos... La dimensión de Garzón era grande. Sabía de qué hablaba. Generaba una reflexión, más que una risa. Eso es lo más importante del humor. Además, él asumía una posición que los intimidaba. Martín: Colombia es un país no de brutos sino de embrutecidos. Acá todo está farandulizado. Nuestro enfoque sería burlarse de esa intrascendencia, que es una excusa para no mirar los problemas. Pues es un juego de distracciones. De poner a las personas hablar de de pendejadas. ¿Qué le cambiarían algo a ‘La Tele’? Martín: Yo no le cambiaría nada. Tal como salió estuvo bien. Ahora, salir a hacer lo mismo sí sería un error. Además, es imposible, porque la gente no es la misma. Hay que apostarle a lo que uno siente. Santiago: Es que fue un humor con angustia. Usar la ironía como herramienta. Gritos con cierto toque de rabia de no poder cambiar las cosas. El sarcasmo venía de esa impotencia. Entonces, uno como periodista termina siempre mal. Es como si yo hiciera publirreportajes. Imagínese dónde terminaría.
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