De manera insistente el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha hecho denuncias públicas sobre la presunta existencia de un plan desestabilizador que buscaría no solo derrocarlo sino quitarle la vida. Sus quejas se han acrecentado desde que se desató una tensión entre Bogotá y Caracas luego de que el presidente Juan Manuel Santos decidiera recibir al líder opositor bolivariano Henrique Capriles. Para Maduro, la visita a Colombia de quien fue su contrincante electoral tendría como objetivo afinar los detalles de un intento para destronar al chavismo. Tanto Capriles como Santos desmintieron dicha hipótesis.
El mandatario venezolano plantea que la derecha de su país está asociada con grupos en Colombia, Estados Unidos y Centroamérica para preparar el golpe que lo destierre de Miraflores. Casi que cada semana recuerda a sus ciudadanos esa amenaza que se fraguaría contra la revolución que él heredó de Hugo Chávez. Incluso fue en el nombre de Chávez que inició sus denuncias de conspiración.
Horas antes de informar de la muerte de Hugo Chávez, Maduro daba un parte médico en el que denunciaba que no había duda de que el cáncer que aquejó al exmandatario fue “inoculado”. Días después, cuando ya iniciaba la campaña a las elecciones presidenciales, insistió en su teoría y consideró el fallecimiento como un magnicidio. “Traeremos a los mejores científicos del mundo para investigar la muerte de nuestro comandante Chávez. Él tenía una enfermedad, un cáncer que en su momento se conocerá, que rompía todas las regularidades de esa enfermedad. Él fue amenazado muchas veces. Quizá no lograron el magnicidio por la vía de un atentado. Todo pareciera indicar que lograron afectar su salud con las técnicas más avanzadas”.
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La misma teoría sería utilizada por Maduro dos meses después para alertar que un grupo de personas habría llegado a su país para supuestamente inocularle un veneno para acabar con su vida. “Llegó un grupo de expertos con un veneno y están preparados para venir a Venezuela a inocularme el veneno a mí (…) no es para que me muera en un día, sino para enfermarme en el transcurso de los meses que están por venir. ¿Me quedo callado? Tengo que denunciarlo y enfrentarlo”. En esta presunta trama, Maduro involucró al exsubsecretario de Estado estadounidense Roger Noriega, al estratega político J.J. Rendón y al expresidente de Colombia Álvaro Uribe.
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A comienzos de junio el gobierno venezolano expulsó al cineasta estadounidense Timothy Tracy, acusado de participar en un supuesto plan de desestabilización contra Nicolás Maduro. Semanas antes, el presidente había involucrado a la derecha salvadoreña y otros mercenarios centroamericanos en un plan para generar terror en su país, sabotear el sistema eléctrico y atentar contra su vida. En ese momento estaba finalizando la campaña y Maduro los vinculó con su contrincante, Henrique Capriles.
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Sin duda Colombia ha sido el principal involucrado en las denuncias de los planes desestabilizadores que preocupan a Maduro. “Hay un plan para desestabilizar Venezuela y para sacarme a mí del camino, para asesinarme. No lo van a lograr porque tenemos la bendición de Dios (…) En Miami Roger Noriega y aquí el Bogotá el asesino de Álvaro Uribe, expresidente de Colombia. Tus sicarios, tus paramilitares, tus falsos positivos. Sabemos aquí en Venezuela quienes son los miembros de la derecha que están en conexión con Uribe para esto”, dijo el 4 de mayo.
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Entre los supuestos complot, Maduro también ha denunciado que los “desestabilizadores” irían por la vida del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. Tiempo atrás se especulaba sobre una posible fractura entre Maduro y Cabello que los haría contradictores dentro del chavismo. Incluso se filtró un archivo de audio en el que se sugiere que el Diputado buscaría un golpe de Estado contra el mandatario. Las versiones han sido rechazadas por los dos hombres fuertes de la revolución bolivariana. Maduro explicó que el objetivo de esta conspiración sería “eliminar físicamente a alguno de los dos y echarle la culpa al otro”.
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Esta semana los episodios de denuncias sobre conspiración contra el chavismo continuaron. El exvicepresidente José Vicente Rangel dijo en su programa de televisión que habría conocido de una reunión en la que venezolanos de la oposición supuestamente firmaron un contrato para comprar 18 aviones de guerra a una empresa estadounidense, que serán usados para bombardear el país. “Firmaron contrato de compra a más tardar a principios del mes de noviembre de este año. Serán ubicados en una base militar de Estados Unidos ubicada en Colombia”, dijo el periodista y hombre fuerte del área intelectual del chavismo.
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Y el más reciente de los episodios fue la captura de un supuesto grupo de paramilitares colombianos en el occidente de Venezuela, que tendrían planes de “matar venezolanos”. “Los paramilitares que se han capturado son archiconocidos en el mundo del asesinato político, del sicariato en Colombia”, dijo Maduro el martes, al tiempo de acusar a personas de la derecha que “fueron a Colombia” de estar detrás del mando de los capturados.
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La andanada de acusaciones y denuncias de Nicolás Maduro se hacen públicas mientras el Gobierno intenta superar una de sus más difíciles crisis por desabastecimiento en el país. Inclusive el mal momento económico es atribuido por el jefe de estado venezolano a un supuesto plan de sabotaje auspiciado por la oposición y empresas privadas.
La ‘conspirativitis’ de Maduro
Jue, 13/06/2013 - 05:01
De manera insistente el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha hecho denuncias públicas sobre la presunta existencia de un plan desestabilizador que buscaría no solo derrocarlo sino quitarle l