Estrellas en ascenso en la W Radio: Yamit Palacio

Lun, 11/07/2011 - 15:00
Son las 9:30 p.m., Yamit Palacio se encuentra en su cuarto, tiene la lámpara de noche encendida mientras lee Papeles Inesperados, de Julio Cortázar, el mismo

Son las 9:30 p.m., Yamit Palacio se encuentra en su cuarto, tiene la lámpara de noche encendida mientras lee Papeles Inesperados, de Julio Cortázar, el mismo autor que por estos días lee su compañera de trabajo Camila Zuluaga. Ya se va a terminar el noticiero CM& y a Yamit se le caen los ojos del cansancio. En seis horas y quince minutos, a las 4:15 a. m., se debe levantar para alistarse y salir a trabajar.

Horas antes de ir a su casa a descansar, el periodista había estado en clases de portugués en el Instituto de Cultura de Brasil (Ibraco). Siempre le ha gustado el sonido de ese idioma, dice que para aprender una lengua a uno le debe gustar su música, y a él le fascina el Bosa Nova. Se puso la meta de hablar, leer y vivir la vida en portugués porque, según Yamit, en Brasil está el futuro del continente. Además, nunca pudo con el inglés, le iba pésimo en el colegio y la universidad.

Antes, en la tarde, en su oficina de Caracol Radio, revisó los temas que van para el otro día en la emisión de más de siete horas que produce La W. Como editor general, Yamit es responsable de la continuidad que se le va a dar al programa, incluso cuando estaba Félix en la cabina. Lo hace en conjunto, vía celular o correo electrónico, con su jefe, Julio Sánchez Cristo. Muchas veces, Yamit ha hecho toda la preproducción para entrevistar a un personaje, investiga con alguno de los diez periodistas el tema, lo dejan listo para el otro día y la llamada de un oyente le de la vuelta a la continuidad y Julio cambia de parecer en un minuto. Se respetan las decisiones de Julio, porque tiene la experiencia del éxito y la sabiduría del curtido.

Entre esas horas, Yamit también charla con cada uno de los periodistas de la redacción para darle foco a las investigaciones. La radio tiene un ritmo tan frenético que sólo le da tiempo para conectarse con la realidad del país. Por eso, su vida social es un micromundo de quince periodistas que lo llaman toda la tarde, pero no para preguntarle cómo está o si quiere ir a cine, si no para contarle qué sucede en las lejanías de Colombia.

Por sus múltiples viajes, Yamit Palacio conoció a Julio Sánchez Cristo dos meses después de que lo llamara a ofrecerle hacer parte de la mesa de trabajo de La W.

En esas lejanías, hace 31 años, Yamit Palacio Villa nació en Entrerrios, Antioquia, un pueblo tranquilo, algo frío y con los pastos más verdes del corazón norte de Antioquia. Su papá fue un tendero de pueblo, quien levantó a una familia de cinco hijos y una esposa, con el tesón que genera tener una tienda de abarrotes. En 1993, la violencia tocó a las puertas de la Familia Palacio Villa. Los ladrones quisieron arrebatarles sus pertenencias y terminaron con la vida de don Jairo, un paisa honrado y trabajador. Así, la vida de Yamit tomó otro rumbo.

La familia se trasladó a Medellín y cada hermano entró a trabajar en cuanto empleo encontraran. Por esos días, Yamit, el tercero de los cinco hijos, fue mensajero de oficina y hasta impulsador en almacenes Éxito. Siempre cumplido en sus clases de colegio de la mañana, trabajaba en las tardes para llevar algo a casa. Después de finalizar su bachillerato encontró un trabajo en el archivo de uno de los noticieros de Teleantioquia. Así, bajo la batuta de Hernán Marín, a quien considera su mentor, encontró su vocación: quería ser periodista. Lector compulsivo, Yamit ayudaba a construir los guiones del noticiero, pero nunca pensó en presentar.

Aplicó a la Universidad de Antioquia, porque en su acervo siempre ha existido la tesis de que la única manera de movilidad social está dada por el estudio y la formación académica.

—Agradezco a la universidad pública porque si no fuera por ella ninguno de mis hermanos, ni yo, hubiéramos podido ser profesionales –dice Palacio.

Del archivo del noticiero pasó a la reportería callejera en el mismo medio. Su primer día ante las cámaras lo hizo como el último en Caracol Noticias: con seriedad, pensando en la noticia y no en que lo vieran en la casa o en el barrio. Yamit se apasionó por la literatura y la política, pero sobretodo por el periodismo. Entonces pasó de manera rápida por Telemedellín, donde fue más autónomo en la reportería callejera. De manera coincidencial, alguien le habló a Yamid Amat de aquel periodista en Medellín que podría ser el corresponsal de Caracol Noticias.

Un par de semanas después de trabajar con Amat, sonó su teléfono. Era el propio Amat que lo llamaba para planear el cubrimiento de un noticia. Conocido en el gremio por su fuerte temperamento cuando de trabajo se trata, Amat comenzó a explicarle de manera rápida qué tenía que hacer. Sin embargo, serio y paciente como siempre ha sido, Palacio no entendió una sola palabra de su jefe por la calentura y el afán de “la chiva”, y le dijo sin miedo que le pasara a otra persona, que así no se podía y que, si entendía mal, el trabajo iba a salir mal. Con esa presentación el veterano periodista conoció a la joven promesa.

En Caracol Noticias el país entero comenzó a reconocerlo por su voz particular y por meterse a cubrir las balaceras de la Comuna Trece en pleno conflicto urbano. Sus crónicas bien elaboradas en formato noticioso de prime time de dos minutos y medio, también lo dieron a conocer. En el canal se ganó el cariño y respeto profesional de Paulo Laserna, de quien aprendió la calma para abordar la coyuntura nacional.

De pronto hubo un lapsus en su vida. Pasó de la inmediatez del día a día a la tranquilidad de manejar la oficina de prensa de la Asociación Nacional de Industriales de Colombia (ANDI). Lidiar con el gremio empresarial le dio la oportunidad de conocer las personas que manejan el país en materia económica, fuentes que hoy hacen parte de su good will periodístico. Con cabeza fría, pensó su nueva meta: entender el mundo de la política y su estructura desde la base, algo que siempre lo apasionó. Entonces se inscribió en la Universidad Javeriana donde realizó una Maestria en Estudios Políticos,  financiando la matrícula con un crédito. Ahora se encuentra realizando un diplomado en Gerencia Política y Gubernamental, en la Universidad del Rosario.

Yamit Palacio entra poco a la cabina de La W. Su temperamento calmado y ecuánime hace que diga sólo lo necesario y regrese con rapidez a la redacción en busca de la noticia. Está en constante comunicación con Julio Sánchez Cristo.

Pero meses más tarde sonó de nuevo su teléfono. Era Vicky Dávila, que lo quería en la mesa de trabajo de La FM de RCN. Lo pensó con la cabeza en la nevera y no con los sueños que inyectan las almohadas. Sopesó si volver al periodismo de terreno o quedarse en una oficina y sus boletines institucionales. Ganó lo primero. Cinco meses trabajó junto a Vicky, donde madrugó de nuevo para informarle a los colombianos que un presidente se quería reelegir, que un escándalo por corrupción se avecinaba y que la cúpula de las FARC se desmoronaba por las bajas militares.

Un martes, hace año y medio, Palacio iba de La FM hacia su casa a las 7 p. m. y sonó de nuevo el teléfono. Yamit manejaba su carro por una de las pocas vías que aún quedaban vivas de la Calle 26. Cuando Palacio preguntó quién era, al otro lado de la línea escuchó la voz inconfundible de Julio Sánchez Cristo. Yamit no sintió nervios por la llamada, pero por respeto y por seguridad vial, estacionó su carro justo al frente de las instalaciones de la antigua INRAVISIÓN. De manera veloz, Julio le dijo que lo quería en la mesa de trabajo de la W Radio, que ya había pedido referencias suyas antes de llamarlo, que lo pensara y le escribiera la respuesta a más tardar la semana siguiente. El mismo día, Yamit llamó a dos personas de su alta confianza. Un amigo de trabajo y a su mamá. Esa noche definió que se iba para La W. Doce horas más tarde, ya había puesto en consideración su partida de La FM. Sólo dos meses después de haber entrado a trabajar, Julio llegó a Colombia y Yamit lo conoció frente a frente.

Palacio no se queda mucho tiempo en cabina. Entra a presentar una nota, le hace un par de preguntas a algún personaje y apenas termina sale a trabajar con el grupo de redacción que rodea las ventanas de la emisora. Siempre lleva un audífono en su oído izquierdo para monitorear qué se dice al aire. Siempre carga en sus manos la continuidad en hojas tamaño oficio. Habla con todos y cada uno de los periodistas para ver en qué trabajan y hacerles un par de recomendaciones si es debido. Por el interno habla con Julio, si algún invitado quedó mal le avisa, y si tiene uno nuevo le advierte. Camina mucho por el octavo piso de Caracol Radio, va de un lado a otro sin parar. Es hiperactivo y siempre piensa en la noticia. Sus zapatos clásicos, su pantalón de dril, su camisa Arturo Calle y su suéter cuello en V, develan que es serio hasta para vestir. Se ríe poco.

En sus recordatorios electrónicos sólo anota lo necesario: “pagar cuota apartamento”, “ir a Teatro de la Avenida Chile”. Los fines de semana le gusta manejar hasta un pueblo cerca de Bogotá, sentarse en el parque del pueblo y leer un libro. Pocas veces va acompañado. También le gusta ir solo a cine. Es de pocas fiestas y ayuda a su familia en lo económico, porque piensa que ahora es momento de devolver lo recibido.

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