Enrique Santos Calderón ha sido un izquierdista que conoce al Eln y a las Farc casi desde su nacimiento. Ha estudiado a ambos grupos y también ha tenido contacto con sus cúpulas en los diferentes intentos por lograr la paz. Estuvo cerca del debate ideológico de la izquierda, que dio origen a los distintos grupos, y hasta simpatizó con la lucha armada del Eln. Siempre tuvo diferencias con su hermano Juan Manuel frente a la visión del país y del mundo, por lo que nunca han sido amigos cercanos. Pero hoy las circunstancias los tienen mirando en la misma dirección.
Enrique es tan del establecimiento como su hermano, el Presidente, pero cada uno se ha movido de maneras distintas. El mayor, con distancia y recelo, rebelde con la injusticia y convencido de la necesidad de cambiar las cosas. Su hermano, Juan Manuel, acomodado, ha usufructuado sin polémica las mieles del privilegio.
A Enrique incluso llegaron a llamarlo en su juventud 'el guerrillero del Chicó' y sus posiciones llevaron a distanciarlo no sólo de su hermano Juan Manuel sino de su padre, también Enrique, el editor de El Tiempo, quien se declaraba abiertamente partidario de la falange española. En cambio, su posición política le sirvió para acercarse a su tío Eduardo, quien fue partidario de los Republicanos y les abrió la puerta del asilo político a muchos de ellos. Su cercanía a las ideas de izquierda le valieron que, junto a Daniel Samper, el tío Eduardo lo favoreciera de una manera especial en la participación accionaria de El Tiempo.
Enrique Santos se retiró de la dirección de El Tiempo cuando lo compró el Grupo español Planeta para asumir la Presidencia de la SIP.
Enrique es una especie de decano del periodismo, oficio que dejó hace solo un par de años, cuando su hermano llegó a la Presidencia. Después de una década en la dirección de El Tiempo, cargo que ocupó entre 1999 y 2009, dio un paso al costado cuando el grupo español Planeta adquirió la mayoría de las acciones del periódico familiar. Entonces asumió la Presidencia de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), con sede en Miami, donde permaneció un año. De regreso a Colombia, donde se mueve entre Cartagena y Bogotá, Santos Calderón intentó retomar su columna semanal, Contraescape, que en su momento le dio un gran prestigio y poder en la opinión, pero las circunstancias de su hermano Presidente lo llevaron a desistir. Lo último que escribió fue un extenso reportaje para El Tiempo, hace un año, cuando se cumplió el primer año de gobierno de Juan Manuel Santos, en donde se mostró, como siempre, independiente y crítico.
Enrique estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Los Andes, mientras su hermano optó por ingresar a las Fuerzas Armadas a través de la Armada en Cartagena. Luego viajó a Europa e hizo una especialización en Ciencias Políticas en Múnich, donde en el fragor de las movilizaciones estudiantiles de los años sesenta conoció a su primera esposa, la italiana María Teresa Rubino, madre de Alejandro Santos, el actual director de Semana.
De su primer matrimonio con María Teresa Rubini nació Alejandro, el actual director de la revista Semana.
Foto: Carlos Duque.
Maria Teresa fue cómplice de sueños y propósitos en esos años, cuando Enrique era un muchacho de melena, bluyín e ideas de avanzada, contrario a su hermano, convencional en su pinta y en sus intereses, a quien Jorge Cárdenas Gutiérrez, entonces Presidente de la Federación Nacional de Cafeteros, le dio la oportunidad de trabajar en la sede de la Federación en Londres. Allí permaneció una década. Su primer jefe en la Delegación de Colombia en el Reino Unido fue su actual ministro de agricultura, Juan Camilo Restrepo.
Enrique Santos, como toda su generación, creció en el marasmo político del Frente Nacional, que contrastaba con los agitados años que había vivido en Europa. Regresó convencido de que había que hacer algo. En 1974, junto a Gabriel García Márquez, Antonio Caballero, Jorge Restrepo, Bernardo García, Cristina de la Torre y Orlando Fals Borda, entre otros, le dio vida a una propuesta periodística desde la izquierda. Fundaron la revista Alternativa, dispuestos a hacerle oposición al primer gobierno post-Frente Nacional, el de Alfonso López Michelsen. A la sala de redacción de Alternativa se acercaron muchos jóvenes buscando oxígeno político, pero también dirigentes de izquierda e incluso muchos simpatizantes de la lucha armada que después terminaron en el M-19.
De la mano de 'Gabo' fundó en 1974 la revista Alternativa.
El proyecto editorial fracasó, principalmente por razones económicas, pero se convirtió en el semillero de una dirigencia de centro izquierda que tomó diferentes rumbos y fue la base del movimiento Firmes: “Firmes por la Unidad de la izquierda” fue el eslogan político de un propósito que buscaba presentar un candidato único de oposición para enfrentar a Julio César Turbay Ayala en las elecciones de 1978.
Recogieron miles de firmas con un entusiasmo del que también hizo parte Gabriel García Márquez además de dirigentes de todas las fracciones de la izquierda y personalidades democráticas como provenientes del liberalismo como los profesores Gerardo Molina y Luis Carlos Pérez. El intento fracasó, se presentaron tres candidatos de la izquierda y Turbay arrasó, pero quedó el movimiento, que publicaba su propio periódico al que siguieron vinculados Antonio Caballero y Enrique Santos.
La llegada del gobierno de Julio César Turbay Ayala con su Estatuto de Seguridad radicalizó a Santos Calderón, quien asumió las banderas de la lucha por la defensa de los Derechos humanos. Fueron los años del nacimiento el M-19, el robo de armas, las torturas en la Escuela de Caballería y de una confrontación radical desde el gobierno a todas las expresiones de izquierda, que eran asociadas con la naciente guerrilla que contaba con una amplia base de apoyo social, en especial entre jóvenes universitarios.
Enrique Santos no podía estar ausente del proceso de paz de Belisario Betancur, el primero que tomaba forma real, muy desde los comienzos del gobierno en 1982. Los primeros acercamientos se dieron antes de la posesión presidencial, primero con el M-19, en Madrid, amparados por el gobierno socialista de Felipe González. Luego llegaron los diálogos con las Farc, en los que participó Enrique Santos junto a Álvaro Leyva, como miembro de la Comisión de paz que creó el Presidente Betancur en 1984, cuando acordó el primer cese al fuego con las Farc en el encuentro de Casa Verde. El comandante del grupo guerrillero era Jacobo Arenas, un viejo líder que terminó frustrado con las falsas promesas de reforma del MRL, movimiento disidente del liberalismo tradicional, liderado por Alfonso López Michelsen.
Enrique Santos participó en las negociaciones con las Farc en 1984, en el gobierno de Belisario Bentancur.
Aún resuena el eco del enfrentamiento que tuvo nuevamente Enrique al interior de El Tiempo, donde llevaba varios años trabajando. Esta vez fue por cuenta del proceso 8.000, que comprometía al gobierno del expresidente Ernesto Samper con la financiación de su campaña presidencial con dineros del narcotráfico provenientes del Cartel de Cali. El periódico estuvo editorialmente dividido entre apoyar a Samper o solicitarle la renuncia, posición que lideró Enrique Santos y que hizo pública con su columna “Debe irse”, que le significó el distanciamiento total de su entrañable amigo Daniel Samper Pizano, con quien había compartido muchos sueños y muchas luchas.
En El Tiempo trabajó con Luis Carlos Galán y Daniel Samper, con quien se distanció a raíz del proceso 8.000.
Esta fue la misma posición que tuvo el noticiero QAP, del que Santos Calderón fue socio junto a las periodistas María Elvira Samper y María Isabel Rueda, cuyo éxito resultó efímero luego de que en 1997 el gobierno Samper abriera una licitación que los sacó del aire.
Después del receso periodístico, que ha empleado en la preparación de un libro que busca recoger su trayectoria de vida y los momentos clave de la historia reciente del país y algunos hechos del mundo de los que ha podido ser testigo, Enrique volverá a tener un rol para el que pareciera haberse preparado toda la vida: ser un efectivo facilitador de un proceso de paz con la guerrilla de las Farc y el Eln.
Formará parte del equipo del gobierno junto al consejero para la Seguridad, Sergio Jaramillo, y Frank Pearl, quien fuera el último comisionado de paz del gobierno Uribe. De otro lado, en representación de las Farc estarán Mauricio Jarallo alias ’El médico’, sucesor del Mono Jojoy como comandante del Bloque Oriental; Rodrigo Granda, conocido como canciller de las Farc, Marcos Calarcá y Andrés París. Seguramente a Enrique Santos se le verá, después de veinte años, en la instalación de la mesa del diálogo el 5 de Octubre en Oslo, decidido a ayudar a hacer realidad su sueño, en un rol inédito para él: el de hermano mayor. El gran hermano del Presidente de la República.