De rumba con Lavoe en Cali

Jue, 30/06/2011 - 09:00
Son las 10 de la noche de un sábado caliente en Cali. Héctor Lavoe llega triste y descalzo a las puertas de la discoteca Juan Pachanga, en Juanchito. El portero sabe quién es, pero le cierra el pas
Son las 10 de la noche de un sábado caliente en Cali. Héctor Lavoe llega triste y descalzo a las puertas de la discoteca Juan Pachanga, en Juanchito. El portero sabe quién es, pero le cierra el paso. El cantante alega, manotea. La gente lo cubre, lo calma, igual era Héctor, era Juanchito. Se veía rabia en sus ojos y puños en sus manos. Se contiene; no era de peleas. Al rato, se pone los zapatos, se arregla el saco y entra rabioso, escoltado y sin ganas de cantar. “Me entero que Héctor estaba en la puerta y salgo a buscarlo”, recuerda el músico y violinista Alfredo de la Fe, el amigo más cercano y quien lo recibió en su apartamento en Cali. “Discute porque no lo dejaban entrar sin zapatos. Esa noche la discoteca estaba a reventar y se negó a cantar. Todos lo querían ver. Tras un rato lo convenzo de que haga el show, pero me responde: ‘Alfredo: canto pero no voy a mirar a nadie’. Canta cubierto con un abrigo, sentado, sin mirar a nadie, con zapatos”. Corre 1983 y el cantante lleva un mes en la capital del Valle. Vive en el piso 15 de la Torre Aristi, céntrico edificio de la ciudad, donde una vez quiso suicidarse con el cordón de una persiana y saltar al vacío. “Pero no lo hizo porque le daba miedo las alturas”, cuenta De la Fe, quien vivió con Lavoe y de quien conocía su trayectoria musical porque había participando como músico en las canciones ‘Periódico de ayer’ y ‘El Cantante’. Por la casa del violinista también pasaron Joe Cuba, Pete ‘El Conde’ Rodríguez, Andy Montañez y Moncho Santana. Lavoe, proveniente de Nueva York, llega a Cali a través de su amigo y empresario Larry Landa, propietario de la discoteca Juan Pachanga. Larry, cuyo nombre verdadero era César Araque, era un empresario de artistas que terminó años después en una cárcel de Estados Unidos por asuntos de droga. Lavoe estuvo en Cali gran parte de 1983 y fijó su residencia entre noviembre de 1982 y marzo de 1983. Lavoe llegó a Calí en 1983. Según De la Fe, Lavoe llega a un proceso de rehabilitación en las drogas, pero también a que integre como cantante principal de Juan Pachanga Charanga, la banda de planta de la discoteca. Para la época, Lavoe es el mejor cantante de salsa y lo atestigua una decena de discos grabados con Willie Colón, La Fania y su propia orquesta. La Charanga, dirigida por el violinista, es integrada, además, por ‘Pichirilo’, en los timbales; ‘El Chiqui’ Zúñiga, en el piano, y Adolfo Castro, en la trompeta. Richard Yory, estudioso musical y seguidor de Lavoe, sostiene que Héctor era el mejor cantante de salsa del momento. “Tenía sólo 37 años cuando llegó a Cali y era una referencia mundial en la salsa. Había grabado ‘Mi Gente’ (1975), ‘Periódico de ayer’ (1976) y ‘El Cantante’ (1978), es decir, era una estrella rutilante”. El escritor Umberto Valverde, quien muchas veces compartió fiestas con Lavoe en su estadía en Cali, agrega que “estaba en un periodo en el que quería sanearse, cambiar de ambiente”. Curiosamente, De la Fe dice que el cantante no llegó a rehabilitarse. “Aquí encontró una rumba muy fuerte, peor que la de Nueva York”. Lo atestigua el ex secretario de Gobierno de Cali Miguel Yusti, quien lo consideró un amigo. “Rodrigo Navia era un amigo que tenía una discoteca en Santander de Quilichao. Lavoe decide cantar al amanecer y a eso de las 10 de la mañana me dice: ‘Yusti, Yusti. Yo quiero ser alcalde de Santander de Quilichao’. Yo tenía un jeep descapotado y agarramos a recorrer el pueblo diciendo: ‘Lavoe alcalde, Lavoe alcalde’. Allí lo vi feliz”. En el Valle del Cauca descubrió que era toda una celebridad. Valverde recuerda una fiesta que duró tres días en Juan Pachanga y mostró el amor y el odio entre Landa y Lavoe. “Estábamos Larry Landa, ‘La Flaca’ (mujer que iba con Larry), Héctor Lavoe, Miguel Yusti y yo en Juan  Pachanga. Al final de la noche Larry sale en un automóvil deportivo con sólo dos asientos adelante y un puesto para llevar un perro. Recuerdo mucho cuando Héctor le pregunta a Larry: ‘¿Y dónde me voy a ir yo?’. ‘En ese puesto’ (señala donde cabe el perro). Larry iba con ‘La Flaca’. Siempre hubo un sentido de amor y odio”. A su pasó por Cali, el cantante puertorriqueño conoció Buenaventura, Juanchaco y Ladrilleros, zonas del mar Pacífico. De la Fe recuerda que una vez cansado de comer pescado en Juanchaco –o ‘Juanchacaco’ como le gustaba decirle por lo poco paradisíaco-, convenció a una señora para que le vendiera una gallina. “La condición era que tenía que cogerla. La correteó un largo tiempo hasta que la atrapó. Lavoe podía ser simpático cuando quería”. Valverde cuenta que Jairo Sánchez, con quién también vivió en Cali, lo llevó al Pacífico en una ocasión. Sin embargo, lo que más sorprende es que Lavoe nunca fue social. “Él dormía en el día y salía en la noche. No hacia vida social”, recuerda el escritor. “Seguro que no le interesaba. Nunca hablaba con las personas, estaba en su mundo, y cuando hablaba nunca se dirigía a una persona. Él podía estar en un sitio pero estaba aislado, vivía su mundo. Era una persona que decía muy pocas cosas. Quizás con los únicos que tenia más empatía era con los músicos, por su vocabulario”. Yusti dice que “era una persona muy retraída”. De la Fe agrega que fue muchas veces su confidente y lo detuvo en varias ocasiones de hacer algo inadecuado. Una vez quiso quemar el carro de Larry y lo detuvo. “Lavoe tenía una botella de gasolina y quería incendiar el carro de Larry. No sé que razón tendría, pero yo estaba cerca y le dije que no lo hiciera. Me escuchaba mucho”, agrega el violinista. Entre tanto, Valverde cuenta que una vez Celia Cruz le dijo cuando vio a Héctor en un concierto: ‘Él no sabe quién es él’. Lavoe descubrió en Cali que era una ‘diva’, que las luces de los carros lo saludaban porque era una estrella, pero nunca lo entendió, ni lo disfrutó. “Él llegó en su mejor momento musical. No había una estrella de tal magnitud en Cali y la gente se lo hacía saber, así no le importara”, cuenta Yusti. “Nunca le importó la fama, no tenía su éxito en la cabeza. Entre más grande más sencillo fue. Nunca se creyó más que nadie”, agrega De la Fe. Lavoe conoció también Buenaventura, Juanchaco y Ladrilleros. Musicalmente se cree que las canciones ‘Juanito Alimaña’, pero sobre todo ‘Triste y Vacía’ nacieron en Cali. Valverde sostiene que hay una grabación inédita donde Héctor dedica ‘Juanito’ a Cali porque fue donde primero ‘pegó’ la canción. De la Fe va más allá y asegura que ambas canciones, musicalmente, surgieron en esta ciudad porque las escuchó cuando vivió con él. “Ambas canciones salieron de Cali, no me cabe duda. Él estaba preparando su próximo trabajo musical (‘El Vigilante’ que incluye estas letras musicales). Lo escuché en varias ocasiones cantando parte de esas letras, tratando de buscar melodías. Se encerraba en su habitación y trataba de musicalizarlas”. Yory cree que es muy probable esa versión porque el disco salió meses después y esas dos canciones “pegaron duramente en Cali’”. Lavoe, en los meses que estuvo, cantó poco, por no decir nada. En visitas anteriores tuvo presentaciones en el Centro de Eventos Las Vallas, en el Coliseo del Pueblo y en el coliseo Evangelista Mora, donde alguna vez debutó, a finales de los ochenta. Yusti recuerda que por esa época lo enfrentó, cara a cara, en una tarima, con ocasión de un concierto en Las Vallas porque no quería cantar. “Cantas o te bajas de aquí. Una hora después salió a cantar, muy fresco”. En Juan Pachanga cantaba casi obligado por Larry, quien lo sostenía económicamente, pero no hacía más de cinco canciones seguidas. Sus interpretaciones siempre fueron a la madrugada. “A Héctor no le gustaba cantar”, sostiene Valverde, quien recuerda que cuando cantaba era “especial y sensacional”. “Si estábamos reunidos y conversando, a jamás se le ocurría cantar. Yo lo vi más en silencio que cantando”, agrega Yusti. http://www.youtube.com/watch?v=KYEX0Pxo82Q No se supo de mujeres, a pesar de que cuando salía al escenario todas se morían por él. Se comenta que una vez pasó la noche con cuatro mujeres, pero no tocó a ninguna. Nadie desvirtúa el hecho, aunque lo dan por cierto porque Lavoe no se le conoció amores. Alfredo de la Fe, en cambio, si entabló una relación con la caleña Doris Salamanca, con quien tuvo una hija a quien llamó Valentina. Valverde vio por última vez a Lavoe cuando asistió con Humberto Corredor, un melómano colombiano, al Festival de la Calle 116 en Manhattan, la fiesta de los puertorriqueños. “Alguien nos llama porque Héctor nos quiere saludar. Fuimos a un bar y él está con tres personas más. Héctor me tiende la mano, pero está llena de huecos, prodcuto de su enfermedad. No se la doy; me impresiona”. De la Fe se entera de la muerte del cantante a través de un taxista que lo transporta en Medellín. Tras la noticia le pide que lo lleve a una iglesia. “Entro y prendo una veladora y rezo por él. Era mi amigo, era ‘El cantante de los cantantes’. Jamás volví a ver un cantante igual”. --------------- *Alejandro Aguirre. Es corresponsal del diario El País de Cali en Buenos Aires. Cursa una Maestría en Periodismo en la Universidad de San Andrés, en Argentina.
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