Al margen de cualquier controversia, lo que vimos emociona, por la perspectiva del impacto favorable que recibirán los visitantes a Bogotá en el remodelado aeropuerto Eldorado.
Cientos de trabajadores están corriendo para entregar las obras finales de las nuevas instalaciones de la terminal internacional de pasajeros, que ya recorrimos en compañía de los socios de OPAIN, el consorcio que adelanta la espectacular transformación.
Juan Pulido, el gerente, dirigió “la caminata”, para descubrir el esfuerzo de tantos meses y la inversión de cifras millonarias, que no han salido del Estado sino de cinco grandes empresas: Grupo Cóndor, Hermanos Solarte, Termotécnica, Odinsa y Marval. La inversión total acumulada a la fecha es de 580 millones de dólares, sin contar los gastos de operación, mantenimiento y operación.
Después de demoras de casi un año, porque un gerente de la Aeronáutica no tomaba decisiones y paralizó “la locomotora”, el nuevo aeropuerto (un tramo importante de varias obras que parecerían suntuosas en Latinoamérica) está listo. Sólo faltan tareas de embellecimiento.
El primer impacto es un viaducto, que permitirá el acceso y salida rápida del aeropuerto: seis carriles, para facilitar el tránsito de aproximadamente 80 mil vehículos diarios.
El edificio –explica Pulido– contará con áreas más amplias y más altas, volúmenes más iluminados. Habrá 13 sistemas centralizados en un único cerebro inteligente que controlará la climatización, el mecanismo automático de equipajes, la información de vuelos, la información en pantalla de equipajes, y podrá entregar a los usuarios de salones VIP, áreas comerciales y comercio público una mayor comodidad.
Y algo más: “Los nueve puentes de abordaje de última tecnología permitirán flexibilizar la llegada según la clase de avión, para recibir 9 grandes aviones tipo Airbus 330, o 340, o los aviones de línea Boeing 737 o Airbus 329 ó 320, hasta un total de 21 posiciones al mismo tiempo.
“Contará, además, con un centro de control de operaciones único, en el que estarán autoridades aeroportuarias, civiles y militares, junto con el equipo de control del aeropuerto, en un solo sitio, para una rápida respuesta a las necesidad de seguridad”.
Son 104.000 mts2 de construcción. OPAIN S.A. ha generado más de 2000 empleos directos y, por lo menos el 83% de la mano de obra no calificada, corresponde a trabajadores de las localidades vecinas de Fontibón y Engativá.
Habrá 15 ascensores y 9 escaleras eléctricas. Adicionalmente, se contará 5.975 metros de sala de embarque, distribuidos en 13 salas internacionales, de las cuales 3 serán tipo swing gate, lo que permitirá optimizar su uso para vuelos nacionales e internacionales. A diferencia del terminal actual, las salas de espera serán espacios abiertos.
Las obras entregadas, constituyen el primer paso de la modernización definitiva del aeropuerto, que incluirá –en el camino– el derrumbe de la actual terminal de pasajeros. Si no ha tomado unas fotos, hágalo. Serán parte del recuerdo, de un tiempo en el que teníamos un pequeño aeropuerto, como el regional de países desarrollados. A propósito: la terminal para vuelos locales y empresas pequeñas será el denominado Puente Aéreo.
Después de demoras de casi un año, porque un gerente de la Aeronáutica no tomaba decisiones y paralizó “la locomotora”, el nuevo aeropuerto (un tramo importante de varias obras que parecerían suntuosas en Latinoamérica) está listo. Sólo faltan tareas de embellecimiento.
El primer impacto es un viaducto, que permitirá el acceso y salida rápida del aeropuerto: seis carriles, para facilitar el tránsito de aproximadamente 80 mil vehículos diarios.
El edificio –explica Pulido– contará con áreas más amplias y más altas, volúmenes más iluminados. Habrá 13 sistemas centralizados en un único cerebro inteligente que controlará la climatización, el mecanismo automático de equipajes, la información de vuelos, la información en pantalla de equipajes, y podrá entregar a los usuarios de salones VIP, áreas comerciales y comercio público una mayor comodidad.
Y algo más: “Los nueve puentes de abordaje de última tecnología permitirán flexibilizar la llegada según la clase de avión, para recibir 9 grandes aviones tipo Airbus 330, o 340, o los aviones de línea Boeing 737 o Airbus 329 ó 320, hasta un total de 21 posiciones al mismo tiempo.
“Contará, además, con un centro de control de operaciones único, en el que estarán autoridades aeroportuarias, civiles y militares, junto con el equipo de control del aeropuerto, en un solo sitio, para una rápida respuesta a las necesidad de seguridad”.
Son 104.000 mts2 de construcción. OPAIN S.A. ha generado más de 2000 empleos directos y, por lo menos el 83% de la mano de obra no calificada, corresponde a trabajadores de las localidades vecinas de Fontibón y Engativá.
Habrá 15 ascensores y 9 escaleras eléctricas. Adicionalmente, se contará 5.975 metros de sala de embarque, distribuidos en 13 salas internacionales, de las cuales 3 serán tipo swing gate, lo que permitirá optimizar su uso para vuelos nacionales e internacionales. A diferencia del terminal actual, las salas de espera serán espacios abiertos.
Las obras entregadas, constituyen el primer paso de la modernización definitiva del aeropuerto, que incluirá –en el camino– el derrumbe de la actual terminal de pasajeros. Si no ha tomado unas fotos, hágalo. Serán parte del recuerdo, de un tiempo en el que teníamos un pequeño aeropuerto, como el regional de países desarrollados. A propósito: la terminal para vuelos locales y empresas pequeñas será el denominado Puente Aéreo.
